AVENTURA

Lengas, nieve y chocolates: una vuelta por el Refugio Neumeyer

Construido con eco-domos, el Refugio Neumeyer, en Bariloche, merece una visita, no sólo por las magníficas vistas que guarda sino también por la diversidad de senderos que invitan a descubrir una naturaleza única.
viernes, 23 de julio de 2021 · 12:33

Por Cecilia Russo, periodista desde Bariloche. Fotos: Marcelo Muñoz.  

 

Nada como alejarse un poco para ganar perspectiva. Y esto puede aplicarse muy bien al Refugio Neumeyer, a sólo 19 km del Centro Cívico, y a casi 1.030 metros de altura, en pleno Valle del Challhuaco. Allí, ecodomos y chocolate artesanal esperan para arrancar la aventura. Desde arriba y entre un extenso bosque de lengas, se distingue, como una mancha, el lado sur de la ciudad de San Carlos de Bariloche.

 

 

La magia se prepara la noche anterior

Marcelo Muñoz se desempeña como fotógrafo del plantel que recibe a los visitantes en el Refugio Neumeyer, y organiza diferentes excursiones. “La jornada empieza ya la noche anterior porque se comienza con los preparativos, la comida, coordinar el equipo. A la mañana se busca a los pasajeros por el alojamiento y se los traslada en transfer hasta un lugar que se llama Puentes Mellizos. De ahí van con camionetas 4x4 hasta el refugio; se hace una travesía de 12 kilómetros por la montaña con un ascenso de 450 metros aproximadamente”, cuenta.

Todo el camino hacia el refugio –el cual está compuesto por cuatro ecodomos– es de estepa, con muchos ñires, y en el último tramo, todo alrededor se transforma en un bosque milenario de lengas. “En el estacionamiento, generalmente, los recibe el guía que va acompañar durante las excursiones, les cuenta un pantallazo de lo que va a ser el día, y  les da la bienvenida al Refugio”, relata Marcelo.

 

Una hora antes, los refugieros, guías, fotógrafos, personal de atención al público, cocinero, bachero, encargados y Roberto –la mascota gatuna que es parte del Neumeyer y cuida de que no lleguen roedores al lugar–  ya  se prepararon. Primera tarea del día: descongelar las cañerías y los baños; las temperaturas bajan muchísimo durante la noche. Dejan lista la pista de “culipatín” y acondicionan los trineos para un día que se anticipa con diversión y contacto 100% con la naturaleza.

 

“Quienes vayan con su propio vehículo, debe que ser apto para montaña y camino con nieve y hielo. Si no se tiene, o falta experiencia, lo ideal es llegar hasta un punto del acceso y ascender a la base del Refugio a pie. El tramo más difícil es en los últimos tres kilómetros”, explica.

 

“Lo más lindo de trabajar en un refugio de montaña, es la montaña”, confiesa riéndose: “Estar en contacto con la naturaleza todo el tiempo. Cosas muy sencillas, como ver de dónde viene el viento, observar cómo va a estar  el clima, mirar las huellas, saber si pasó un animal o no. Todo eso te conecta con lo maravilloso de este lugar y te asombra día a día”.


Arriba, hay planillas de trekking para aquellos que salgan a caminar, ya que la inscripción es muy importante por cuestiones de seguridad. También hay acceso a los baños y se puede disfrutar de un café bien calentito junto con un rico chocolate artesanal, o almorzar guisos que recarguen energías.

 

 

Un lugar en la montaña

En el corazón de la Reserva Natural Estricta Valle del Challhuaco, en pleno Parque Nacional Nahuel Huapi, el refugio original fue inaugurado el 19 de diciembre de 1971, pero en 2014 sufrió un incendio como consecuencia de una disputa territorial con una comunidad mapuche.

El Refugio “Juan Javier Neumeyer” fue construido por el español Manolo Puente Blanco. Para ese entonces, el camino no existía. Los materiales se acarrearon con Jeeps, por precarias huellas, en los que, con gran pericia, los conductores sorteaban los obstáculos. Pocos años más tarde, con la inagotable perseverancia de Manolo, se consiguió el dinero para construir el camino y, como trabajaba en el Club Andino Bariloche, construía esta infraestructura con la idea de hacer del cerro Challhuaco y sus alrededores un centro de esquí.

 

Como todo refugio de montaña de la zona, permanecía abierto de octubre a abril, y en las épocas que estaba cerrado sufría varios robos y daños. Entonces, a partir de 1985 se presentó un proyecto para que esté abierto todo el año y se convierta en un gran salón comedor para complementar las grandes excursiones que tomaron auge por entonces.

En una nota al pie, Don Juan Javier Neumayer fue el primer médico de la zona y dentro de su consultorio se creó el Club Andino local, junto al histórico Otto Meiling, a quien enseñó la disciplina del esquí y forjaron las actividades de montaña en la región andina.

 

Camino natural

Desde el Refugio se pueden hacer seis senderos de diferentes características y duración, con recorridos aptos para todo público. “Ahí podemos ver huellas de liebres, zorros, ciervos colorados, huemules y hasta de puma. Vemos cóndores y caranchos. En el invierno las aves migran a lugares más cálidos pero el que se queda es el pájaro carpintero gigante”, cuenta Marcelo, quien captura esa naturaleza toda la temporada de invierno con su cámara.

La salida más popular es a la Laguna Verde, que en invierno permanece congelada: “Llegamos hasta un mirador, sin pisar el espejo de agua porque allí habita la ranita del Challhuaco que es una especie endémica de ese cerro y que está protegida; el paso está prohibido”, destaca.

 

Desde ahí se pueden observar los cerros Challhuaco – al cual, con un poquito de ganas y experiencia, se puede ascender –, Anecón Grande, Estratos y Carbón. En ese punto, se comparte un té de frutos rojos o de frutilla y un alfajor artesanal, que los elabora uno de los guías respetando la receta tradicional de su familia.

Otra excursión, Vivencias, es una caminata corta hacia a un punto panorámico donde se ve Bariloche. Desde ahí, se puede salir al mirador del río Ñirihuau y ese punto conecta el camino hacia los refugios del Valle Horrible y Velco, y a la naciente del río Villegas. “Esas ya son caminatas que pueden durar días”, adelanta el fotógrafo.

Y con todo, ¡queda tiempo para jugar con la nieve!

 

Vida agreste

“Esta  es una de las excursiones más lindas de Bariloche, la más agreste y cercana a la ciudad”, expresa Marcelo, no sólo como miembro del equipo de trabajo del Refugio sino también como alguien que siente el orgullo de vivenciar y cuidar la naturaleza. 

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