“Soy Aimé”, el film patagónico que retrata la vida de Aimé Painé

Por Carlos Ramos, humorista y actor patagónico.

El hombre blanco no nos respeta porque no nos conoce. Eso decía Aimé Painé, cantante de origen mapuche y tehuelche. Fue inscripta en el Registro Civil como Olga Elisa Painé, porque las leyes de la época prohibían usar nombres mapuches. Cuando pudo hacerlo adoptó su nombre real: Aimé, el mundo la conoció así. Aimé, que en francés significa amado, y en mapuche, “lo que significa” o “atardecer rojizo”, fue interprete de una música y divulgadora de una cultura que quizás nunca nos molestamos en conocer.

Tuvo una infancia muy dura como pupila en un orfanato-colegio de monjas de Mar del Plata, discriminada por su condición de aborigen (término mal utilizado, ya que en latín significa negación: Los Sin Origen), su único consuelo era el coro, donde podía desplegar su voz armoniosa en el canto gregoriano.

Cuando fue mayor, Aimé rescató y difundió la música folclórica de sus ancestros. Vistió las prendas típicas de las mujeres de su pueblo, y recorrió el país visitando otras comunidades autóctonas para conocer sus historias y costumbres. 

En sus canciones hablaba de la relación de sus antepasados con la naturaleza y durante su carrera artística abogó por el respeto a la cultura mapuche, además de buscar justicia y libertad para los suyos.

Lamentablemente, cuando se tocan ciertos intereses, sobre todo económicos, quien se atreva a reclamar por algo que considera propio, es tomado como un enemigo. La falta de empatía, la discriminación, el egoísmo, es lo que sobra en estos tiempos. Las grietas se manifiestan a cada momento, y amenazan no cerrarse nunca. Las venas de la América Latina siguen abiertas, y la sangre continúa fluyendo.

Y surgen contradicciones cuando hay intereses de por medio. Un mismo medio de comunicación, cuando se refiere a pueblos indígenas marginados del país, Huarpes, Charrúas, Quechuas, por citar algunos, habla de pueblos originarios. Mientras que cuando trata la “cuestión mapuche”, pone en duda lo de pueblo originario, y arguye que nuestra Constitución Nacional no utiliza esa expresión, sino que se refiere a ellos como “pueblos indígenas argentinos”.

 Y es que ser originario para ciertos intereses está mal visto, porque da derechos sobre algo que no sería propio, como la tierra.

Aimé buscaba igualdad. Siempre buscó el origen.

Retratar su vida fue un sueño de la actriz y directora neuquina, Aymará Rovera desde muchos años atrás. Nacida en Cutral Có, Neuquén, es actriz, directora de cine, productora y docente de actuación. Luego de vivir 23 años en Buenos Aires y Europa, retornó a Neuquén. Este año (un orgullo para los neuquinos) fue incluida en el libro “50 mujeres del cine argentino” de la periodista Julia Montesoro, donde realizadoras, actrices, editoras, sonidistas, guionistas y productoras hablan sobre el cine hecho por mujeres, y las dificultades a la hora de desplegar creatividad con mirada femenina.

"Soy Aimé" fue rodada en Neuquén y Rio Negro, con un elenco en su mayoría patagónico. Destacan la cantora Marité Berbel y Charo Bogarín, la única norteña del elenco, en el papel de la protagonista, y no es casualidad, porque la música tiene un rol privilegiado. La enorme voz de Bogarin, es un digno homenaje al canto de Aimé Paine, llegando a su punto culmine, cuando interpreta Rogativa de Loncomeo. Para los que sentimos este lugar como parte de nosotros, no es imposible que en varios momentos de la historia nos emocionemos hasta las lágrimas.

Podemos ver esta realización, dividida en cuatro capítulos, en la plataforma Cont,ar https://www.cont.ar/

Y si después de ver la película, quieren adentrase más en la vida de esta singular protagonista de nuestro tiempo pueden leer Aimé Painé, la voz del pueblo mapuche, de la escritora Cristina Rafanelli. 

 “Soy Aimé” es poesía pura, hecha por patagónicos, un relato biográfico que deberíamos ver en familia. En tiempos de crisis, donde muchos ven como una salida alejarse de este país, este film nos recuerda que el amor a la tierra en que nacimos, el creer en lo que somos y en lo que queremos, nos puede salvar del odio, la desesperanza, y la locura.