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Martes 14 de Octubre, Neuquén, Argentina
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Álvaro Navia: "Hacer reír es ese río que va para adelante"

El actor, humorista y productor uruguayo repasa su recorrido artístico y reflexiona sobre la risa como refugio y vocación. Con la nostalgia de su infancia en familia y la mirada puesta en el presente, asegura que el humor “es un río que siempre encuentra su cauce”.

Martes, 14 de octubre de 2025 a las 14:33
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"La risa, dentro del arte, es uno de los rubros más difíciles", afirma el humorista.

Con un café de por medio, Álvaro Navia habla pausado, con esa mezcla de energía y ternura que lo caracteriza. Recuerda los primeros escenarios de su vida: el living de su casa, su abuela, su madre maestra, y la risa como una forma de conexión.

“Toda la vida, mi primer público fueron mis abuelos”, cuenta a Mejor Informado. “Me crié con mi mamá, que era maestra, y mis padres estaban separados. Me di cuenta de que cuando hacía reír a mi abuela, algo adentro de mí pasaba. Para otros puede ser la música o el fútbol; a mí me gustaban las dos cosas, pero sabía que la risa era por ahí.”

Desde muy chico, el entretenimiento fue su modo de expresión. “Desde que tengo dos años me disfrazaba, agarraba una guitarrita, me subía a una banquetita con un ponchito y actuaba para mi familia”, recuerda entre risas.

 

“La vocación es un río que te va llevando”

—¿Por qué pensás que hacías eso?
—Porque cuando sos chico, vas buscando. Mi hijo, por ejemplo, hoy le disparó el fútbol, y toda su vida es eso: Peñarol, Boca, todo fútbol. Creo que cuando uno encuentra la vocación, es casi inexplicable. Es algo adentro tuyo que se mueve, y la vida te va llevando por un río. A veces te metés en un arroyito y después volvés al río. A mí me pasó eso: puedo hacer muchas cosas, pero hacer reír y entretener es ese río que va para adelante.

 

"Me di cuenta de que cuando hacía reír a mi abuela, algo adentro de mí pasaba".

Esa conexión con el humor, dice, nació en familia. “Yo me disfrazaba y balbuceaba, y mi abuela se reía. No sé si por gracia o por cariño, pero se reía. Después, con mis hijos, redescubrí el clown. Los niños se ríen con el golpe, con la repetición. Les hacía el chiste de que iba a abrir una puerta y me golpeaba con ella. Ellos se morían de risa y me pedían: ‘¿Otra vez?’.”

Navia reconoce que sus abuelos y su madre siempre fueron su primer público. “Después, ese sueño de chico se convierte en tu trabajo, pero ellos siguen siendo los que siempre están”, reflexiona.

 

“Yo me disfrazaba y balbuceaba, y mi abuela se reía. No sé si por gracia o por cariño, pero se reía. Después, con mis hijos, redescubrí el clown. Los niños se ríen con el golpe, con la repetición. Les hacía el chiste de que iba a abrir una puerta y me golpeaba con ella. Ellos se morían de risa y me pedían: ‘¿Otra vez?’.”

 

“La risa también es una forma de sanar”

—¿Cómo se hace reír hoy, en tiempos de tanta información y tanto ruido?
—No es fácil. La risa, dentro del arte, es uno de los rubros más difíciles. Uno va cambiando con el tiempo, y cuanto más grande sos, más te afectan los golpes de la vida, lo cotidiano, las situaciones. Pero cuando decidís que esto es tu trabajo, y la función que tenés que cumplir, aprendés a dejar la mochila abajo del escenario.

Navia asegura que el humor tiene una misión casi terapéutica: “Cuando estás arriba del escenario o frente a una cámara, hacés esa transición. Ya no sos Álvaro, ni Maxi, ni Diego de Grossi. Dejás la mochila de papá, de marido, del que tiene que pagar las cuentas. Y ahí tu función es lograr que el que está abajo, ese que también carga con sus problemas, durante ese momento en el teatro se olvide de todo eso. Eso es el verdadero sentido del humor: hacer que otro, aunque sea por un rato, se olvide de sus quilombos.”

 

La entrevista completa:

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