Históricamente, siempre se supo que los pueblos ancestrales que ocuparon el territorio que hoy conocemos como Patagonia se conectaban de un lado y otro de la cordillera mediante navegaciones por los lagos. Sin embargo, el interrogante sobre cómo eran exactamente esas rutas, y cómo “darles un sentido geográfico a la distribución de aquellos sitios”, no había encontrado respuesta. Hasta ahora.
Un grupo de investigadores rionegrinos logró aplicar un modelo de estudio que permite reconstruir las posibles conexiones antiguas. Su trabajo fue reconocido y publicado en una de las revistas más prestigiosas del ámbito arqueológico a nivel mundial.
Un modelo pionero para entender la movilidad antigua
“El estudio nació como ocurren muchos trabajos académicos”, relata Alhue Bay Gavuzzo (bióloga), quien junto a Federico Scartascini (Dr. en Arqueología) integra el equipo de investigación del IIDyPCa (CONICET-UNRN) en Bariloche. Allí desarrollaron un modelo innovador que, por primera vez, integra el costo de moverse por tierra y por agua para predecir las rutas de movilidad de los antiguos grupos cazadores-recolectores.
Preguntas iniciales, revisión de antecedentes, cuantificación y registro de los sitios arqueológicos a lo largo del Parque Nacional Nahuel Huapi, entrevistas sistemáticas y la construcción de bancos participativos junto a navegantes locales fueron algunos de los pilares del estudio. “Poniendo en diálogo todos esos saberes, más el desarrollo de métodos cuantitativos y de sistemas de información geográfica, llevamos adelante el trabajo”, explica.
En términos generales, el estudio describe y caracteriza la estrategia de movilidad en territorios mixtos —terrestres y acuáticos— del Nahuel Huapi. A partir de análisis geoespaciales pudieron reconstruir cómo habrían ocurrido esos tránsitos.
“Uno de los aspectos más destacados es que logramos un modelo eficiente para caracterizar la movilidad humana en ambientes terrestres y acuáticos”, señala Alhue. Y añade: “Nuestros resultados indican que las embarcaciones habrían funcionado como equipamiento territorial, disponibles en ciertos lugares para cruces específicos, pero no como medio principal de movilidad cotidiana, como ocurre en los grupos canoeros. En este caso se trataría de una movilidad mixta”.
Canoas milenarias, navegantes actuales y rutas recombinadas
El hallazgo de canoas monóxilas —construidas a partir de un único tronco— en el fondo del lago, junto con la evidencia de ocupación humana en islas, motivó a profundizar el estudio. “La navegación se asumía como un hecho, pero sin demasiadas precisiones sobre modos, rutas ni temporalidades”, explica Alhue.
El equipo decidió entonces superar ese supuesto y darle un marco cuantitativo y cualitativo que permitiera modelar las estrategias posibles de navegación.
El uso del Análisis de Rutas de Menor Costo (LCP, según su sigla en inglés) fue clave. Se trata de una herramienta que identifica el camino más eficiente entre dos puntos del paisaje —en este caso, sitios arqueológicos— según tiempo o energía invertida. “En tierra, ese costo está condicionado principalmente por la pendiente”, explica.
La primera tarea fue construir una base de datos georreferenciada con todos los sitios arqueológicos del Parque Nacional Nahuel Huapi y vincular múltiples variables del territorio.
Uno de los mayores desafíos fue ponderar el costo de moverse por tierra y por agua, ambientes muy distintos entre sí. “Las condiciones del lago cambian con estaciones, con el clima e incluso dentro del mismo día”, cuenta Alhue. Para resolverlo, convocaron a navegantes del Nahuel Huapi: “Les entregamos un mapa cuadriculado para que señalaran zonas de mayor y menor dificultad de navegación. Esa escala la usamos para asignar costos en el modelo”.
También incorporaron estudios previos que estiman que, energéticamente, caminar con mochila y remar a esfuerzo moderado implican costos similares. Con esa base, generaron cuatro escenarios: uno sin navegación posible y otros tres donde navegar tiene distintos niveles de costo en relación con el relieve.
El trabajo fue publicado en el Journal of Archaeological Science, una de las revistas más prestigiosas y exigentes del área. “Que haya sido aceptado ahí valida nuestro acercamiento metodológico y le otorga visibilidad internacional. Permite, además, que la metodología pueda ser aplicada en otros contextos geográficos y temporales”, destaca.
Nueva información
El estudio, titulado “Análisis de la ruta de menor costo y navegación fluvial de cazadores-recolectores patagónicos”, aborda la compleja geografía del norte de los Andes patagónicos, caracterizada por montañas, bosques, lagos y ríos.
Sobre la continuidad de la investigación, Alhue sostiene que “estos modelos espaciales nos permiten ahora integrar información ambiental con evidencia arqueológica. Se abre la puerta a desarrollar modelos predictivos que indiquen dónde podrían encontrarse nuevos sitios”.
“Estamos muy entusiasmados con lo que logramos”, afirma. “Por primera vez podemos entender estrategias de navegación en un ambiente mixto, donde conviven tránsitos pedestres y acuáticos. Este primer esfuerzo nos permitirá complejizar los modelos, mapear redes de movimiento de personas y objetos, integrar más sitios arqueológicos y ponderar variables como cronología y tipos de registro”.
Finalmente, remarca: “Esto nos permitirá comprender distintos patrones de uso humano de la región, no sólo en el Nahuel Huapi sino también en otros lagos norpatagónicos, e incluso pensar en los vínculos entre ambas laderas de la cordillera”.