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Cuando los perros se parecen a los humanos

La convivencia, la observación y el intercambio emocional, pueden llegar a ser un espejo del carácter del humano.

Sabado, 22 de noviembre de 2025 a las 11:35
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Los perros no solo comparten el día a día con los seres humanos, sino que su personalidad puede parecerse sorprendentemente al carácter de sus tutores, ya que adoptan comportamientos y rasgos de personalidad, que reflejan los de quienes los cuidan.
Un estudio publicado en la revista Science Dayli  revela que la similitud entre las emociones humanas y las caninas son más profundas de lo que se había documentado hasta ahora. Desde el estrés hasta reacciones de felicidad o confianza.
Entre los descubrimientos más destacados, se observó que los animales que vivían en un hogar donde predominaba un ambiente tranquilo y positivo, se mostraban más relajados y confiables, manifestando una relación amistosa, no solamente con los dueños de casa, sino con otras personas y animales de compañía.


Mientras que aquellos que vivían en ambientes de personas ansiosas o agresivas, se mostraban tensos, con actitudes de miedo y extremadamente cautos ante desconocidos o situaciones nuevas.
El estudio aclara que estos comportamientos no se producen por factores genéticos o específicos de una raza en particular, sino por la convivencia diaria y el intercambio emocional permanente.
De éste modo, la personalidad de los perros no es estática, sino que se transforma a lo largo del tiempo, de  acuerdo a las experiencias que comparta con su humano.


Un sujeto activo y sociable, seguramente criará un perro enérgico y juguetón. Mientras que alguien con emociones negativas, criará animales más temerosos y menos activos.
La imitación de comportamientos por parte de los perros, se da a través de la observación y además por el estrecho vínculo afectivo, ya que no solamente detectan el estado de ánimo de los humanos, sino que tienden a imitar sus reacciones ante diferentes estímulos.
Si el humano afronta situaciones de estrés con calma y de forma optimista, el animal aprenderá a interpretar esos momentos de forma menos amenazante y responderá de una manera más segura y tranquila.
Del mismo modo, un ambiente de nerviosismo y hostilidad, provocará en el can una mayor tendencia a la desconfianza y la inquietud.
Las conclusiones del estudio son claras, el bienestar de los perros depende en gran medida del entorno emocional que los rodea.
Un ambiente armónico y estable no solo favorece la buena conducta del animal, también influye en su salud física y emocional.


Es necesario insistir en que los tutores tienen la responsabilidad de crear un clima positivo, donde reine la calma, la confianza y el afecto. Un entorno con estas características, hace posible que el perro desarrolle una personalidad abierta, equilibrada y adaptable.
Una mención aparte merece la particularidad del parecido físico  entre algunos animales y sus cuidadores. Sólo es cuestión de observarlos.

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