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Sábado 08 de Noviembre, Neuquén, Argentina
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El amor por los caballos: una conexión que sana cuerpo, mente y alma

María Antonia Indart Sáenz, instructora de equitación y coach sistémico con caballos, explica cómo estos nobles animales pueden ayudarnos a alcanzar la calma interior, liberar emociones y reencontrarnos con nosotros mismos.

Sabado, 08 de noviembre de 2025 a las 17:00
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María Antonia Indart Sáenz se dedica a orientar a quienes necesiten respuestas interiores a partir de la conexión con los equinos.

“Amar a los caballos es amar la paz, la salud, la sencillez y la verdad”, dice María Antonia Indart Sáenz mientras el sol cae sobre los campos de Capilla del Señor. Instructora de equitación y coach sistémico con caballos, certificada en coherencia cardíaca por Heart Math, lleva años guiando a personas que buscan un refugio en la naturaleza y una conexión profunda con estos animales que parecen leer el alma.

Para ella, el amor por los caballos va más allá del deporte o la terapia: “No encuentro maldad en ellos, y eso es lo que me gusta también de la gente. Es lo que quise transmitir a mis hijos: la maldad es mala”.

Desde su espacio de trabajo, rodeada de árboles y silencio, María Antonia explica que la interacción con los caballos tiene bases fisiológicas y emocionales, y no responde a ningún misterio: “No es un milagro ni algo mágico. Es fisiología. Los caballos tienen el corazón cinco veces más grande que el nuestro y emiten ondas electromagnéticas muy potentes. Cuando una persona se acerca, su propio corazón empieza a latir al ritmo del de ellos”.

“Amar a los caballos es amar la paz, la salud, la sencillez y la verdad”, dice María Antonia Indart Sáenz

Esa sintonía, explica, produce un efecto inmediato: “Nuestro ritmo cardíaco se vuelve coherente. Pasamos de un estado de estrés, de ondas irregulares, a uno de calma, donde las ondas son suaves. Eso baja la presión, nos trae al presente y nos conecta con nuestras emociones más profundas”.

"Nuestro ritmo cardíaco se vuelve coherente. Pasamos de un estado de estrés, de ondas irregulares, a uno de calma, donde las ondas son suaves. Eso baja la presión, nos trae al presente y nos conecta con nuestras emociones más profundas”, dijo María Antonia Indart Sáenz en la entrevista.

 

Según la instructora, muchas personas que se acercan por primera vez viven una experiencia transformadora. “A veces llegan desde la ciudad, con el ruido en la cabeza, con la ansiedad del día a día. Y cuando están acá, en contacto con los caballos, se abren, lloran, se sueltan. Se rompen las barreras internas que tenían, y ahí aparece la posibilidad de sanar”.

María Antonia trabaja desde un enfoque de coherencia cardíaca que inicia antes de todo encuentro: “Lo primero que hago cuando alguien llega es una técnica de cinco minutos para relajar la mente y bajar los decibeles. Si no, los caballos no nos van a seguir. Ellos perciben nuestra energía. Si estamos en calma, se acercan; si no, se alejan”.

“A veces llegan desde la ciudad, con el ruido en la cabeza, con la ansiedad del día a día. Y cuando están acá, en contacto con los caballos, se abren, lloran, se sueltan. Se rompen las barreras internas que tenían, y ahí aparece la posibilidad de sanar”.

El campo donde desarrolla su labor —a apenas una hora de la Ciudad de Buenos Aires— es un espacio donde la naturaleza y los caballos se convierten en maestros silenciosos. Allí, cada sesión es diferente: no hay recetas, sino encuentros.

“Cuando logramos entrar en coherencia con ellos, nos enseñan algo esencial: estar presentes. No pensar en lo que pasó ni en lo que vendrá. Solo respirar, sentir y estar. Eso, para mí, es amor por los caballos”.

 

Mirá la entrevista completa:

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