¿Y si sólo caminar fuera suficiente para generar energía? No es ciencia ficción, es una realidad que hace años que ya está sucediendo en distintas ciudades del mundo y es un gran avance en términos de sustentabilidad.
Cada paso que damos en la vereda, cada trote apurado para alcanzar el colectivo, cada recorrida para mirar vidrieras, incluso el paseo sin rumbo con el perro por una plaza, genera una fuerza que se perdía en el aire. Pero eso está cambiando.
En algunos países como Japón, Australia o España, se utiliza esta tecnología en escuelas, veredas transitadas o espacios para eventos. Las veredas se vuelven pequeñas centrales eléctricas, capaces de convertir el peso y el movimiento de las personas, en electricidad limpia. La clave está en las baldosas piezoeléctricas (o baldosas inteligentes) que, al ser pisadas, generan energía.
Una idea simple - como las mejores - y con un potencial inmenso.
"PIEZO", LUEGO EXISTO
La tecnología detrás de estas baldosas es ingeniosa: cada unidad está compuesta debajo por plataformas con generadores mecánicos llamados volantes de inercia. Cuando alguien la pisa, los generadores se activan, almacenando la energía producida por el movimiento en unas baterías. Se trata de energía piezoeléctrica (energía generada por la presión de los pasos) y puede alimentar dispositivos de bajo consumo.
Básicamente, funciona por presión y estrés mecánico. Cada paso genera una media de 7 watts de electricidad, suficiente para encender una lámpara LED durante unos segundos. Puede no parecer mucho, pero en espacios de alto tránsito, almacenan lo suficiente para autoabastecer algunas actividades.
El sistema, además, está diseñado con criterios de sostenibilidad. La capa superior de las baldosas se fabrica a partir de neumáticos reciclados, lo que le da resistencia y, a la vez, una segunda vida útil a estos residuos industriales. Además, el 80% de sus materiales pueden reciclarse nuevamente cuando cumplan su ciclo de vida, que ronda los cinco años de uso intensivo.
EN EL MUNDO
Si bien esta tecnología no está pensada para alimentar una ciudad entera, su implementación puede reducir la dependencia de las fuentes de energía clásicas para pequeños consumos. Y son varias las empresas que comenzaron a fabricar productos utilizando materiales piezoeléctricos. Como también son varias las ciudades alrededor del mundo que han implementado, de forma temporal o permanente, baldosas piezoeléctricas en distintos espacios.
Esta tecnología se ha implementado en el Metro de Tokio: cada día, casi seis millones de personas transitan por sus estaciones, y sus pasos ayudan a alimentar la infraestructura completa del sistema de transporte, desde el tren hasta los tomacorrientes y la iluminación del lugar.
También en Londres, Reino Unido, ha sido utilizada en la estación de metro de West Ham. En París (Francia), se han utilizado, por ejemplo, en una maratón y en Nueva York, Estados Unidos, se han instalado en colegios y otros espacios como canchas de futbol. Y, en Argentina, por el momento, hay proyectos que están explorando esta tecnología.
Un caso: El grupo Coldplay comenzó a utilizar hace unos años en sus show de estadio, unos pisos de goma que cubren todo el césped, que además de protegerlo, con los saltos de sus fanáticos producen la energía suficiente para el sonido, luces y pantalla.
Pero el verdadero potencial de estas baldosas va más allá de las grandes ciudades. En comunidades aisladas, donde las redes eléctricas son inaccesibles o demasiado costosas, esta tecnología podría marcar la diferencia. Con una batería que almacena la energía generada, sería posible abastecer de electricidad a pueblos que hoy dependen exclusivamente de generadores a combustible o simplemente no lo tienen.
DESAFÍOS
Ninguna idea nace perfecta y, como toda innovación, este sistema enfrenta desafíos. Su costo de producción sigue siendo elevado en comparación con la cantidad de energía generada. Su duración de 5 años en promedio también merece ser corregida. Sin embargo, con la mejora en los materiales y el abaratamiento de la tecnología, es probable que en los próximos años las baldosas energéticas se vuelvan más accesibles y podamos verlas en nuestras ciudades.
La historia de la tecnología está llena de inventos que comenzaron como utopías y terminaron siendo parte de la vida cotidiana. Para llegar a ese punto, lo esencial es siempre lo mismo: que haya alguien dispuesto a imaginar, a preguntarse cómo, a desafiar lo establecido.
Porque sin ideas, simplemente, no hay futuro. Y precisamos caminar hacia un futuro más sustentable.