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Domingo 22 de Junio, Neuquén, Argentina
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Encuéntrame en tus sueños (28va parte. Un viaje hacia la cuna del mal)

Después del estallido de su automóvil, los protagonistas de la investigación sacan conclusiones. Collins y el narrador suben al avión para viajar a Irlanda.

Domingo, 22 de junio de 2025 a las 15:10

Oficina del teniente Valdez, US Marshals en Nueva York.

-¿En qué está pensando, teniente?

-En lo mismo que está pensando usted.

-Quién lo hizo…

-No, no creo que eso sea lo más difícil de descubrir. Tenemos la ciencia forense a nuestro favor. Hoy en día el análisis de los restos de una explosión puede llevarnos al autor, al que compró los explosivos, podemos descubrir el tipo de detonador que usaron. A veces un adecuado análisis de los explosivos puede llegar a ser tan exacto y definitivo como una buena huella dactilar. Eso no me preocupa. Me preocupan más otras cuestiones que no paran de rondar mi cabeza…

-Por qué, por ejemplo…

-Eso tampoco es difícil de saber y ahora se lo voy a explicar, pero hay otro tipo de enigmas que sí me hacen ruido, por ejemplo: ¿Qué pasó con todos los automóviles que estaban estacionados cuando llegamos a la catedral? ¿Los sacaron de ahí en minutos mientras alguien ponía una bomba en nuestro auto? ¿Qué excusas les dieron a los dueños para que corran de ahí los coches con urgencia? y la más acuciante: ¿Qué tan enterado estaba Mulligan de lo que estaba ocurriendo en el estacionamiento de la catedral?

-¿Sabe lo que pienso teniente? Me cuesta creer que, con más de dos mil años de historia a cuestas, con todo su poder político y económico, con su nivel de influencia en los gobiernos del planeta, con todo eso, la Iglesia Católica Apostólica Romana sea parte de una gran conspiración para asesinarnos a nosotros tres. Eso es lo que no tiene sentido para mí.

-Ni para mí, en principio. Pero sí creo que, por un momento, hubo una aceitada y afinada “microconspiración” para asesinarnos, y eso no lo dudo. Quizás aprovecharon esa media hora que estuvimos en la oficina del santurrón ególatra y movieron a la gente con cualquier excusa de seguridad. Hay miles de esas excusas y la gente común generalmente no las discute, solo obedece.

-Pero, teniente, ¿Cómo lo hicieron?

-Mire, cuando llegamos habría por lo menos una docena de vehículos aparcados. Vaciar el lote les habrá llevado entre diez y quince minutos, me imagino que tuvieron que encontrar a sus propietarios, algunos estarían en la iglesia pero otros no, y luego, cuando despejaron todo, alguien se metió rápidamente debajo del automóvil, quizás con un “overall” de mecánico para no despertar sospechas y ahí mismo instaló la bomba y la activó. Para una persona con experiencia en explosivos es un juego de niños. Eso tiene más sentido para mí.

-Usted me acaba de decir hace un rato que no era difícil saber el porqué…entonces le pregunto de nuevo: ¿Por qué?

-Muy simple: Por lo mismo que mataron a Norman y Susan Blake. Y le digo más: Por lo mismo que van a buscar matarnos a los tres, o a los seis si contamos al “gordo” Sam, a Lady Sax y a Rosalyn…o a los siete si contamos también a la pequeña Esperanza, donde quiera que esté con “los papeles de Norman” en su poder mientras una organización criminal de primerísimo nivel la busca por todo el país para apoderarse de esos comprometedores papeles y destruirlos. Porque esos papeles conforman el decreto de sus respectivas penas de muerte, por eso mismo tenemos que encontrarlos primero.

-¿Sabía de la existencia de Esperanza? Se lo iba a decir de todos modos.

-No se aflija, Rosalyn ya me lo contó todo…

-¿Qué le dice su olfato de sabueso acerca de el cardenal?

-Que está muy sucio. Que esconde muchísimos secretos que no tienen que ver, precisamente, con las confesiones de sus feligreses.

-Y por lo que vimos, el doctor Parker, o bien es un fiel feligrés de comunión diaria, o bien forma parte de todo este siniestro circo asesino.

-A mí no me extraña la relación del execrable doctor Parker con alguien del poder, en este caso, del poder religioso, como lo es Mulligan. A lo largo de toda su vida profesional Parker ha surcado las cómodas aguas de los poderosos que tenían algún problema con la justicia criminal. La imagen de Parker abrazándose con Mulligan fue para mí el colofón que me terminó de confirmar plenamente mi sospecha de que el cardenal puede tener algo que ver con las muertes de Norman y su hermana. No se olvide que el primer reporte de Parker sobre la causa de la muerte del pianista fue “sobredosis de heroína”. Por eso ordené inmediatamente una segunda necropsia a cargo de la incuestionable Universidad de Nueva York que determinó que, no solo no fue una sobredosis de heroína ya que Norman estaba limpio de drogas desde hacía años, sino que fue envenenado con una inyección del poderoso “curare”, el veneno de los jíbaros del Amazonas. Sinceramente no creo que haya un juez que tenga la osadía o el coraje de cuestionar un informe criminológico de la prestigiosa NYU. En cambio Parker está lleno de agujeros por donde la justicia se puede introducir para encontrarlo culpable y encarcelarlo.

-Ya es hora de que Parker sea juzgado y castigado.

-En lo personal, espero que, si esta investigación llega a buen puerto, los jefes de la Policía de la Ciudad de Nueva York envíen a este criminal a la cárcel, pero que antes incineren, en una hoguera pública, todos sus permisos, sus títulos, sus falsas autopsias y sus credenciales como escarmiento y lección para los que creen que se tiene éxito por la vía fácil.

-¿Usted piensa que el cardenal Mulligan es culpable?

-Honestamente no sé todavía qué nivel de responsabilidad tiene en los asesinatos, pero estoy plenamente seguro de que el tipo tiene alguna relación con esos crímenes. No es ajeno a esas muertes. Mire, hay elementos que lo prueban: La forma arrogante y despreciativa con la que se comunica con un representante de la ley como lo era yo en la entrevista, las frases hechas y esos cursis aforismos cursis de revista de supermercado que repite como si se trataran de verdades universales…

-“Dios es mi testigo…”

-…Por ejemplo…su incapacidad para sostenerme la mirada en mi interrogatorio, esa soberbia reprimida bajo el manto de un humilde pastor… todo esto esconde a un psicópata genial que siente que todo lo malo que ha hecho en su vida de alpinista del poder eclesiástico estuvo absolutamente justificado y que eso lo pone al mismo nivel que Dios, que es su testigo. Pero, descuide, a pesar de todo yo sigo siendo optimista. Cuando logremos destruir su aparentemente perfecta coartada, como diría mi maestro Evaristo: “a la gayola con él…!!”.

-Perdón, no le entiendo… ¿Qué quiere decir “gayola”?

-Cárcel, en el idioma argentino del delito… ¿Se acuerda lo que le conté de mi paso por la Policía Federal Argentina en Buenos Aires? Le mencioné a ese gran comisario que tuve de instructor. Desgraciadamente solo puedo recordar su nombre de pila.

-Lo recuerdo teniente. Cambiando de tema, mañana salimos con Collins para Dublin y de ahí a la aldea donde este sacrosanto sátrapa nació, creció y de donde emigró a América.

-Yo voy a estar con ustedes en el aeropuerto para despedirlos. No se olvide de llevar su estrella de ayudante honorario del alguacil, si bien no es un nombramiento oficial y no lo habilita como oficial federal de justicia, véalo como un buen amuleto que seguro lo protegerá. 

-Bueno, sin ir más lejos, ayer en el estacionamiento cuando la bomba estalló quizás me protegió. Parapetado tras el muro de ladrillos no tuve ni un rasguño. Pierda cuidado, teniente, me acompaña a todas partes y, le confieso que siento que cada día que pasa, pesa más.

-El comisario Evaristo le diría: “es el peso de la responsabilidad, pibe…”

-¿Pibe…?

-¡Mi dios..!! ¡voy a tener que enseñarle…!¡Así es como llaman a los niños en Argentina…!!

-Disculpe mi ignorancia, para la próxima prometo hacer un curso de “slang” argentino.

-Yo le voy a enseñar, ahora vaya a hacer sus maletas, que mañana lo pasamos a buscar con Collins.

Al día siguiente, Aeropuerto Internacional John F Kennedy, Worldport (Terminal 3 Pan American Airlines)

 

Llegamos a la terminal aérea 3 con el suficiente tiempo para declarar nuestro equipaje y despedirnos de nuestros amigos. Allí nos estaba esperando el “gordo” Sam con Rosalyn y Lucy.

Rosalyn recibió al teniente Valdez con un breve pero amoroso beso en su boca, que Lucy copió conmigo agregando un intenso y fuerte abrazo. Ella se mantuvo aferrada a mí por un rato y luego, reprimiendo el llanto, me preguntó en un susurro: 

- ¿Quando você vai voltar…? murmuró, poniendo sus manos en mi rostro, sin poder ocultar ni un ápice de su profunda tristeza.

-No creo que estemos demasiado tiempo allí, igualmente te llamaré cada vez que pueda hacerlo sin riesgos, le respondí sin saber en realidad cuánto tiempo nos llevaría nuestra aventura por tierras irlandesas.

Valdez se acercó a nosotros mirándonos con seriedad, y dirigiéndose a Collins pareció pasar revista a una suerte de “checklist” de operaciones:

-Stevie, no necesito decirte que la totalidad de esta operación esta bajo tu entera responsabilidad como US Marshal. El periodista estará bajo tu autoridad y también será tu responsabilidad su seguridad, no te olvides que es un civil que está “a préstamo” de nuestro servicio.

-Sí teniente, lo tengo perfectamente en claro, respondió Collins fijando sus ojos en los míos como si quisiera decirme “Yo te voy a cuidar, pero no hagas tonterías que nos maten a los dos”.

Valdez abrazó a Collins como quien abraza a un hijo y, girando militarmente sobre sus talones, se dirigió a mi persona mirándome a los ojos:

-Ya lo escuchó señor periodista, Usted va a vivir el privilegio de investigar en un país extranjero en compañía de uno de los mejores oficiales de los US Marshals quien ha jurado protegerlo en todo. Trate de honrar ese servicio evitando cometer errores que le cuesten la vida a Usted o a su compañero. 

-Descuide teniente, yo no iré en misión periodística, tanto nosotros como mi contacto en Irlanda seremos más que discretos.

Valdez me tomó de un brazo, como solo los policías saben hacerlo, y me retiró unos metros del grupo como si buscara decirme algo en secreto y así lo hizo, con la voz más baja posible, como cuando alguien dicta una sentencia de muerte:

-Quiero que me entienda amigo periodista: Si algo malo le pasa a Collins por alguna estupidez suya y por esas cuestiones de la Sagrada Providencia Usted queda vivo, yo mismo me encargaré de meterle una bala en la cabeza dondequiera que Usted se encuentre ¿Soy claro…? me dijo, palmeándome las mejillas y diciendo: …así que no me decepcione y vigílense las espaldas.

No pude responder, pero entendí el mensaje como una soberbia declaración de la lealtad del jefe a su mejor hombre. No lo sentí como una amenaza, sino como la confesión de un amor que se da en quienes comparten el peligro. Me quedé un minuto recuperándome y fue entonces cuando Lucy se me acerco y preguntó lo obvio:

-O que o tenente disse a você?

-Nada, solo me deseó un buen viaje y que me cuide, y volví a besarla, ya para despedirme.

Collins se me acercó y me comunicó escueto:

-Vamos, ya anunciaron el embarque de nuestro vuelo.

Nos despedimos, ciertamente sentidos. Si alguien desprevenido me hubiera visto en ese trance y me preguntara en ese momento qué estaba sintiendo, sin dudas le respondería:

-Tranquilidad. La tranquilidad de saberme protegido por mi ocasional compañero pero con las espaldas cubiertas por un jefe absolutamente sin igual, además del embrionario amor de una mujer a la que yo ya había comenzado a amar y el apoyo de otros amigos que no dudarían en dar la vida por nosotros.

Nos fuimos caminando apaciblemente hacia la puerta de embarque. Al llegar me di vuelta y vi el grupo entero mirándonos con afecto, ojos húmedos y, en sus corazones, la esperanza de un bueno y seguro regreso. 

Entonces no tardé en recordar una verso de William B Yeats, el gran poeta irlandés, frase que repetí en voz alta en mi mejor irlandés:

-“Níl aon strainséirí anseo; ach cairde nár casadh leat fós”.

Collins me miró con tanta sorpresa y atención que casi ni hizo falta que me pidiera la traducción, porque con mi mejor sonrisa se la dije mientras caminábamos hacia nuestro destino:  

"Aquí no hay extraños; sólo amigos que aún no conoces"    

 (Continuará)

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