Nido Verde

Pensar en verde

¡Claro que es posible! Al menos eso opina el biólogo cordobés Mauricio Failla, quien lleva la bandera del turismo de conservación en excursiones de interpretación ambiental por Patagonia Norte.
lunes, 28 de enero de 2019 · 08:12

Por Carla Barbuto
Fotos: Gentileza de Patagoning

Cuando era chico, Mauricio hizo un viaje en casilla rodante por la costa patagónica. Pasó el tiempo, se crió en Carlos Paz, se recibió de biólogo y, tres días después de la graduación,  se radicó en Río Negro. “Desde que tengo uso de razón dije que iba a vivir en el Sur”, nos cuenta.
Desde entonces, intenta contagiar esa pasión por la Patagonia y su naturaleza  través de excursiones de avistaje e interpretación en la costa rionegrina.

¿Qué es el turismo de naturaleza?
Es una forma de disfrutar el entorno natural interpretándolo de un modo sustentable y no invasivo. Pretende entrar a la naturaleza sabiéndose parte de ella, como una especie más y no como su dueño. Actualmente también hablamos de turismo de conservación, vamos más allá del denominado ecoturismo porque éste no contempla necesariamente la sustentabilidad socioambiental. Tanto los que trabajamos como los que la visitamos pretendemos disfrutar, comprender y conservar a la naturaleza.



¿Cómo se hace para conocer cuidando?
Si uno siente pasión por algo, inmediatamente lo respeta. Antes de eso, para muchos es necesario conocer. Hay una frase muy famosa en conservación, que es uno de los ejes del turismo de naturaleza: “cuidamos lo que conocemos y valoramos”.
La forma en que creo que se puede hacer turismo de conservación es sintiéndose parte y disfrutando de cada detalle de nuestro entorno natural. Si yo te cuento, por ejemplo, que en El Balneario El Cóndor tenemos pisadas fósiles de animales que vivieron hace cientos de millones de años, te va a despertar curiosidad de porqué esa huella estaba en el acantilado, al lado del mar y saber dónde estaba cada una de estas bestias ya extintas.
Lo lógico sería que nosotros cuidemos nuestro entorno como una cuestión natural, pero la realidad es que la mayoría de la gente no funciona así. La idea es disfrutar y usufructuar el patrimonio natural pero sin destruirlo. Pensar cada acción en favor del ambiente que nos rodea y del cual dependemos para sobrevivir.

¿Cuáles son los tips para participar de las excursiones?
El primer tip que se me ocurre de los dos lados de la ventanilla (prestadores de turismo y turistas), es simplemente ser lógicos y basar la relación turismo-naturaleza en el respeto y el conocimiento, y pensar el turismo como una cuestión emocional. El turismo de naturaleza tiene esto de sentirte parte, de llegar a ver un atardecer con los cielos patagónicos rojos, de gamas de colores impensados, sentirte parte de una inmensidad. No somos los dueños, somos una partecita de semejante paisaje. Pararse en un acantilado y ver el atardecer rodeado de cientos de pájaros que te cantan, ir al Balneario El Cóndor a conocer la colonia de loros más grande del mundo, o las olas que pegan en la base del acantilado. Pensar que tengo que ir abierto a que pase lo que pasa en la naturaleza: tal vez quiero ver delfines en la desembocadura del Río Negro pero ese día el mar se picó y los delfines no se ven. Entonces, ¿qué otros animales aparecen? Si hay mucho viento, van a aparecer aves de alta mar, petreles gigantes que se reprodujeron  en Las Malvinas y cuando son juveniles visitan las costas patagónicas. Bueno, disfrutar de eso. Ir con mentalidad abierta y saber que la naturaleza puede cambiar la situación.

¿Por dónde salen a recorrer?
Estamos condicionados por la naturaleza entonces hacemos distintos recorridos de acuerdo al clima, las mareas y al público. Nuestros circuitos van desde recorrer los campos de dunas en la desembocadura del Río Negro y los sitios históricos ya que ahí estuvo Charles Darwin; recorrer el monte y ahí ver las plantas medicinales; también recorremos la zona de los acantilados, donde está la colonia de loros más grande del mundo con 35.000 nidos en 13 kms; el circuito de ver las huellas fósiles de animales prehistóricos en la zona del acantilado, que como se va desmoronando, los bloques empiezan a revelar las huellas. Me parece increíble poder ver la huella de un animal que vivió hace millones de años.

¿Qué te gusta que se lleve el turista de una salida como esta?
Lo que más me gusta es que la gente se sensibilice, que se sorprenda y vea que realmente somos parte de una naturaleza inmensamente rica y compleja. Me gusta que vean el nivel de interacción que hay entre todas las partes, que vean que la planta que crece en el acantilado lo sostiene y que, si cae, será parte de la playa; que la gente vea que en la naturaleza todo tiene que ver con todo. Otra cosa que me gusta ver es la sorpresa. Me encanta cuando un nene se queda maravillado por una huella fósil o por el color de un loro, o cuando ven con el telescopio por primera vez el ojo a un ave o el pico a un águila.  

¿Qué es la Patagonia para vos?
Yo la sentí siempre como mi destino, el lugar en el que iba a vivir. Soy de Córdoba, me crié en Carlos Paz, me recibí de biólogo y a los tres días de vine a vivir acá. Desde que tengo uso de razón dije que iba a vivir en el Sur. Mis viejos creen que eso nació en un viaje que hicimos cuando era chico, que recorrimos gran parte de la costa patagónica en una casilla rodante. Lo que me gusta de la Patagonia es la inmensidad. No importa si estás en la cordillera o en playa, todo es grande, gigante, todo tiene mucho color. El atardecer siempre tiene un color distinto. En mi cabeza, la Patagonia es algo salvaje, gigante, y colorido.

 

Es posible conocer sabiéndose parte y no dueño, dejándose asombrar y permaneciendo con la mente abierta a posibles cambios de planes. Claro que es posible conocer cuidando, y estamos tan seguros como quien supo durante un viaje de la infancia que la Patagonia era su lugar en el mundo.

 

 

 

 

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