Nido de las Palabras

De héroes y villanos, a antihéores

Para la juventud lectora actual, salvar el mundo es ridículo. Los jóvenes que leemos disfrutamos de personajes con motivos, propósitos e intereses. ¿Qué ganan por ser heroicos? ¿Reconocimiento y gloria? Para las masas lectoras de hoy, los personajes que salvan el mundo sólo porque sí no son reales.Esto es el resultado de la reescritura de los ideales sociales. Estamos deshaciendo el concepto de la maldad. Estamos haciendo que el lector cuestione por quién lucha.
martes, 15 de octubre de 2019 · 20:06
Por Julieta Ninno. Lectora y reseñadora de libros de literatura juvenil. Ganadora del Premio Blogger de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2019 por su Blog “Mi universo literario writer”.

En los libros, los héroes fueron los primeros de todos, aquellos personajes que representan la esencia de las historias y plantean una cuestión entre un protagonista con características positivas y un antagonista, una moneda de dos caras que ilustra páginas en blanco y negro. Me gusta pensar que los villanos fueron ideados para volver a los héroes más emocionantes, o tal vez fue al revés, para transmitir la idea de que el mal puede ser vencido. De igual modo, todos hemos leído sobre esos personajes bondadosos, valientes, desinteresados, llenos de luz y grandeza debido a su inagotable humildad. Esos personajes que luchan por salvar el mundo.

 

 

Ahora, para la juventud lectora actual, salvar el mundo es ridículo. En cambio, los jóvenes que leemos disfrutamos de personajes con motivos, propósitos e intereses. ¿Qué ganan por salvar al mundo? ¿Reconocimiento y gloria? ¿Ser llamados héroes? Para las masas lectoras de hoy, los personajes que salvan el mundo sólo porque sí no son reales. Es extraño cómo hemos crecido en una sociedad donde los héroes vivían en altares y los villanos hacían que quisiéramos escondernos bajo la cama. Muchos hemos crecido rodeados por estas tendencias y consecuentemente ahora estamos en busca de cosas diferentes. Tal vez es porque nos cansamos o porque encontramos las fallas en estos estereotipos. De igual modo, estamos en busca de finales que no son perfectos y de ver la realidad plasmada en libros. La verdad es que los héroes perfectos ya no forman parte de este mundo que estamos intentando crear.


Resulta notable cómo las sociedades de hoy se empeñan en amar a los villanos. Solíamos pintar a estos personajes como simples seres de oscuridad que perseguían sus metas de completa destrucción sólo porque no tenían nada mejor que hacer y porque podían. Ahora, hemos empezado a darle profundidad a los villanos en la literatura juvenil y a explorar los motivos de estas personas y sus pasados. Los caminos que recorren estos personajes han abierto muchas más posibilidades en la literatura. La razón de los villanos es que son víctimas de las circunstancias, por el destino o por aquello que los rodea. Son el producto de un mundo, un escenario y una historia. Para mí, los villanos son creados y esa posibilidad es aterradoramente adictiva.

Los villanos son el polo opuesto de los héroes y viceversa. Puede que esto haya sido un concepto que intentábamos plantear antes, una sensación del bien y el mal y de la vida en rosa. Puede que buscábamos crear definiciones sencillas que nos dieran la libertad de contar historias infinitas basándonos en el mero cliché de héroe vs. villano.

¿Qué fue lo que pasó? Los villanos también dejaron de significar algo. Los héroes no eran lo que somos y los villanos no existían para nosotros. Los buenos y los malos de NUESTRAS historias no se parecían a los de los libros. Así que los creamos.

 

 

Últimamente, nuestra sociedad se ha obsesionado con este nuevo concepto. ¿Puede un villano convertirse en un héroe? ¿Puede un héroe terminar siendo el villano? La parte más emocionante es que la respuesta es "sí", porque nada es blanco o negro. Nos enganchamos con esta idea de que nadie es completamente bueno o completamente malo, sino algo en el medio. Esto es el resultado de la reescritura de los ideales sociales. Estamos deshaciendo el concepto de la maldad. Estamos haciendo que el lector cuestione por quién lucha.

Siempre está ese personaje que adoramos y queremos ver ganar, el cual hasta hace poco solía ser el héroe. Ahora, estamos reconstruyendo la idea del personaje que el lector quiere ver ser feliz. Estamos haciendo que los personajes sean cuestionados. Antes, votábamos por el héroe simplemente por el hecho de que era el héroe y era impensable votar por el villano. Ahora, creamos personajes similares al héroe pero que dejan preguntas sin responder y llevan a cabo ciertas acciones que no son del todo propias de un héroe.

Y esto los hace humanos. Estamos enamorados de los antihéroes porque su encanto se trata sobre la humanidad y realidad que conllevan. Son humanos. Son reales para el lector porque están parados justo en el medio de la borrosa línea entre el bien y el mal, tan camuflados que es casi imposible distinguir qué son. Y eso es lo que estamos buscando en la literatura juvenil.

El encanto de los antihéroes yace en su realidad. 

Y eso es más que emocionante. Es malvado, aterrador y maravilloso.

 

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