Nido Antihéroes

Sábato en el Lanín: ¿Cuándo empezó esto que ahora va a terminar con mi asesinato?

Los días del autor en la Patagonia significarán una metamorfosis en su novela más importante. ¿Qué pasó durante su estancia en la casa del guardaparque del Parque Nacional Lanín que lo llevaría a salvar del suicidio a su personaje principal y a reescribir el final de “Sobre Héroes y tumbas”?
lunes, 21 de octubre de 2019 · 06:46
Por Mime Mascaró

 

En el verano de 1960  Ernesto Sábato vivió 3 meses en la casa de uno de los guardaparques del Parque Nacional Lanín. La belleza del entorno hizo que el autor salvara de la muerte a Martín Castillo ,el protagonista de “Sobre Héroes y tumbas”, a quien le perdonó la vida y decidió que pasara a la eternidad recorriendo tierra patagónica. 

 

¿Cuándo empezó esto que ahora va a terminar con mi asesinato?

Con esta inquietante pregunta comienza el tercer capítulo de Sobre héroes y tumbas, y releída a luz de la develación que nos convoca adquiere todo un nuevo sentido.

Lo que terminó con la sentencia de muerte con la que había nacido del universo sabateano Martín -el atormentado protagonista de “Sobre Héroes y Tumbas”-, fueron los días del autor en la Patagonia. 

Hacía 25 años que el maestro escribía la que se convertiría en su novela más importante - catalogada como una de las mejores en el mundo literario- y Martín siempre fue desarrollado por el autor como un ser melancólico y abúlico. En su pluma, Castillo era un personaje nacido para morir. 

Sábato había recorrido la Patagonia acompañado por el ingeniero forestal Lucas Tortorelli, un prestigioso científico e investigador quien después fuera Presidente de Parques Nacionales. Fue a través de él que se  gestionó su hospedaje junto con su mujer ,Matilde Kusminsky, en la seccional Epulafquen del Parque Nacional Lanín. En aquella temporada el matrimonio vivió en la casa del guardaparque Antonio Saavedra. Y sólo así , ahí y entonces encontró el final para su novela.

 

De suicidios y vida eterna

La historia no sólo fue confirmada en distintas esquelas escritas por el propio Sábato a Carlos Lozada y hechas públicas por este último (”Le envié un ejemplar de Sobre héroes y tumbas apenas salió, tal como le prometí, ya que en ese hermoso lugar de Huechulafquen, escribí las partes decisivas del libro. Un afectuoso recuerdo nuestro, de Matilde y mío y un abrazo para usted, de su amigo.”) sino también por el testimonio de asistentes del escritor, como la crítica literaria y Profesora de Letras Martha Raviolo, quien fuera parte de su círculo personal por muchos años. Martha no sólo arroja luces sobre la anécdota, sino que la desdobla en dos niveles: Sábato - autor-  y Castillo -personaje- .“Hay que dividir el tiempo y el espacio de ambos: tiempo y espacio de Martín-personaje y tiempo y espacio de Sábato-autor. Sábato ya está en la Patagonia cuando escribe que su personaje no cometerá suicidio. Sábato ya está en la Patagonia cuando escribe que su personaje comienza su travesía  hacia ahí. Ernesto está viendo ese entorno, y es ese nuevo universo el que termina por cambiar el destino final del personaje y salvarlo de la muerte. Luego el autor escribe el que será el desenlace por todos conocido: Martin Castillo decide irse de travesía por el sur viajando junto al camionero Bucich, de la mano de quien descubre la verdadera bondad. Ese deseo de ir al Sur, y ese camino , eso que él va viendo al lado de ese camionero sencillo , apegado a la tierra , a su recorrido, a esos paisajes; eso lo va a sostener a Castillo a la vida. De los 8 capítulos que conforman el final de la novela, Sábato escribe 3 en la Patagonia. Y esa presencia no personal en esta pieza de literatura se vislumbra.”

En desafío de un dios desconocido 

En la nota introductoria de la novela, Sábato da detalle del intrincado camino de inspiración que significó llegar al final de “Sobre Héroes y Tumbas”. Una exploración que llevó muchos años y manuscritos; muchos de los cuales “desalentado por los pobres resultados”, los destruía. Uno de estos listones narrativos es sin duda, el título del final. Otra de las metamorfosis que sufrió su obra en su estancia patagónica: “La parte final se titula ´Un dios desconocido´. Pero el título que le iba a poner - y que está en la versión mecanografiada de la novela- era: ´En desafío de un dios desconocido”, afirma la crítica Martha Raviolo, y el dato adquiere un colosal volumen a la sombra de esta historia de incunable belleza. 

 

 

 

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