Nido de la tierra

El embajador de las rosas

Rafael es rosarino de nacimiento, cordobés de crianza, porteño de formación y barilochense de amor a primera vista. Y allí, más específicamente en la Península San Pedro (a 20 kms. del Centro Cívico) tiene un jardín especial, en donde cultiva y colecciona más de 200 especies de rosas antiguas.
miércoles, 20 de noviembre de 2019 · 11:45

Por Cecilia Russo, para 100 Pájaros Volando
Fotos de Marcelo Muñoz y gentileza

 

La casa de Rafael Maino es muy peculiar, por varias razones. Primero, por su ubicación: alejada del centro urbano,  aunque él insiste que “ya está muy poblado”, reina la tranquilidad que los páramos de la Patagonia suelen regalar. Pero, además, porque su jardín está rodeado de una colección única de 200 rosales antiguos.

Rosa x damascena ‘Bifera’

 “Yo empecé con las rosas acá (en Bariloche), encontrándolas. Cuando compré la casa, el terreno era un matorral, una mata de mosqueta, no se veía el fondo. Pero yo era muy hippie, tenía 29 años”, cuenta.  En 1972, Rafael vivía en Buenos Aires, había abandonado la carrera de Ciencias Económicas para sumergirse en el movimiento contracultural de los 60/70. Con el proceso militar en puerta y la convulsionada city porteña, decidió buscar una vida más tranquila en Bariloche. Con ayuda y apoyo de su madre, consiguió el terreno donde vive aún y sin esperarlo comenzó su colección de rosas antiguas.

‘Rose de Provence’

“Después de unos años me puse a limpiar para ver qué era esto, qué había. Y empezaron a aparecer árboles: abedules, manzanos y guindos. Pero cuando murió mi madre, quise hacerle un homenaje y decidí empezar a plantar rosas. Quería hacer un rosedal en su honor porque me dio la posibilidad maravillosa. Pero no me atraían las rosas comunes, compradas”.

‘Sutter’s Gold’

Las rosas ideales para mamá

“Yo trabajaba en restauración de cuadros, que a veces eran del 1600, coloniales. Ahí se mostraban unas rosas que no eran las que uno ve en el mercado o en los viveros, sino que eran rosas antiguas, que no existían ahora”, explica mientras ceba unos mates dulces bajo un árbol de su jardín.

‘Cuisse de Nymphe’

“Lo más increíble es que yo comencé a encontrar esas rosas abandonas aquí en Bariloche, en los ranchos, al borde de los caminos, esas que crecen sin que nadie las cuide. Eso es lo que yo necesitaba porque no estaba todo el tiempo para cuidarlas”. Y así empezó a encontrar rosas, abandonadas.  Luego llegó la pasión.

‘Königuin von Dänemark’

“Yo me volví loco, eran las mismas rosas que veía en los cuadros antiguos. No eran las mismas que se encuentran en un jardín. Y ahí empecé a estudiarlas”. Más tarde, se acercó a un grupo de rosicultores de Bariloche, cuya presidenta se alegró “de que por fin alguien se ocupara de las rosas antiguas” (lo recuerda con mucha gracia) y le entregó una pila de libros para estudiarlas. La pasión se convirtió en fanatismo: “Seguí buscando y encontrando. Fui hasta San Pedro (Buenos Aires) a visitar a una señora que tiene uno de los viveros más importantes del  país de rosas antiguas, y con las especies que compré allí, le construí el rosedal a mi madre”.

‘Tuscany Superb’

¿Cómo ser rosa en la Patagonia?

La Asociación inglesa World Federation Rose Societes fue creada en el Siglo XIX y ellos determinaron una fecha de separación: las rosas que eran anteriores a 1867 serían rosas antiguas y todas las variedades que surgieron luego, se llaman rosas modernas. La fecha se eligió porque ese año un hibridador francés creó la primer rosa híbrida, La France y se considera la primer rosa moderna.

‘La Belle Sultane’

Prosigue Rafael en un rol casi docente sobre su planta favorita: “No todas las rosas son iguales. Hay rosas que necesitan mucho cuidado, en el sentido de que necesitan muy buena tierra. La poda, también, depende de la variedad: A las Híbridas de té, por ejemplo, sí les viene bien, pero a una Rosa Té, la podás y por tres años no vas a tener una rosa. O una rosa salvaje, queda fea podada”.

Rosa majalis ‘Plena’

Pero como en la Patagonia, la naturaleza guarda siempre algo de fantástico e inaudito, las historias de las rosas antiguas encontradas en la región, tienen la misma cualidad: “Hay rosas que les gusta y les viene bien el frío, que no soportan el clima cálido. Aquí podés encontrar rosas que son salvajes y que nadie sabía que existían. Por ejemplo, hay una rosa que viene de Persia, la Rosa Fétida de Persia, es el origen de todas las rosas amarillas del mundo y no existe en el resto del país, sólo en la región. Es una rosa que tolera el frío, la nieve, el viento, el desierto, todo. Es una rosa salvaje y yo la tengo en mi jardín. La he llevado a Buenos Aires y no sobrevive. Pero naturalmente, se ha encontrado en la Patagonia, los jardines de Ingeniero Jacobacci están llenos de esta especie, no se sabe cómo llegó, sólo los coleccionistas la conocemos. Es muy raro y fantástico”.

Todo lo que hay que saber de rosas

Desde el 2011, por pedido de la World Federation Rose Societes y a través de la Asociación de Rosicultura Argentina, Rafael es el representante nacional para rescatar todas las rosas antiguas que se encuentran perdidas en nuestro territorio. “Mi ocupación, que me encanta, es la de conservar todas las rosas que se encuentran perdidas y abandonadas en Argentina, que hay muchas más de las que se suponían”, expresa y se nota que sus palabras no le alcanzan para decir lo que siente por sus más de 200 rosas antiguas.

Rosa sericea ‘Lutea’

Y como él es el experto, nos indica que: 

  • Para un amor, hay que regalar una rosa roja y “como los amores son difíciles, le daría una rosa que es muy difícil, que se llama ‘Souvenir du Docteur Jamain’. Si vos lográs cultivar esa rosa es porque es un amor para toda la vida”.
  • Para una madre,  “daría la rosa Sancta, por su nombre. Es muy antigua, viene de Etiopía”.
  • Para un amigo, obsequiaría  la rosa damascena 'Bífera’. “Es la rosa más perfumada que existe, de ahí se saca la esencia para hacer los perfumes, una de las cosas más valiosas del mundo”.
  • A alguien que no sabe nada de rosas,  le entregaría “una rosa que se llama ‘Duc de Cambrige’ que es la primera rosa que yo encontré  y que es la más fácil de cultivar porque no necesita ningún cuidado”.
  • “Y a mí me regalaría una rosa que es muy difícil que la vaya a encontrar porque crece en la Península de Crimea. No la conozco, no la tengo pero sé que existe. Es la Rose Rouge de Crimea”.

​​​​​​​Gajes del oficio

Desde su jardín en Bariloche, Rafael no hace más que invitarnos a volar y conservar la belleza, para mejorar y cuidar el mundo: “Esta pasión que me dio por las rosas me fue modificando la vida. Yo pintaba y mi trabajo era la restauración. Y así resulta que el trabajo de toda mi vida es la conservación: entonces, de cuadros; ahora de rosas antiguas”.

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