Nido Blando

Zamba para no olvidar

En días en los cuales los sentimientos por la Patria están a flor de piel, el amor con que Noemí enseña folklore y danza desde Dina Huapi, se vuelve contagioso.
viernes, 24 de mayo de 2019 · 09:05

Por Cecilia Russo  
Fotos de Marcelo Muñoz

¿Te acordás cuando tu mamá te pintaba la cara con corcho quemado para actuar de negrito en el acto del 25 de mayo? ¿O de las trenzas y la pollera de paisana? ¿Y de las empanaditas calientes? ¡Para las viejas sin dientes! Detrás de cada uno de esos recuerdos, hay mucha historia, folklore y cultura. Y hoy hay muchísima gente que está luchando para que el folklore sea incorporado en las escuelas, para que no sea sólo una fecha del calendario escolar sino una materia obligatoria. Esa lucha empezó en Río Negro y se batalla con música y danza.

Noemí Nieves es profesora de danzas folklóricas en Dina Huapi, una localidad muy joven, a pocos kilómetros de Bariloche, ubicada entre los ríos Ñirihuau y Limay. Desde ese rincón de la Patagonia, nos cuenta la importancia que tiene el proyecto de Ley de Enseñanza de Folklore en las Escuelas que, gracias al acompañamiento de artistas, profesores, instituciones y políticos nació en Río Negro y se propagó por todo el país: “Hemos sido influenciados por tantas cosas foráneas que perdimos nuestro folklore. El folklore rionegrino no se conoce, no hay profesores o maestros que lo enseñen. Y cuando vamos a representarlo en un acto o festivales, se bailan todas danzas norteñas o de la provincia de Buenos Aires. Por eso, a través de esta Ley se podría conocer todo el folklore de nuestra Patria, pero también dándole importancia al local, que tenga identidad propia”, destaca Noemí.

Y por si no queda claro, resalta que “para defender algo, tenés que conocerlo, amarlo. Por lo tanto es muy importante que nosotros conozcamos nuestras raíces para poder defender nuestra Patria”.

 

 

Bailar antes de aprender a caminar

Noemí nació y se crió en la Línea sur de Río Negro. Cuenta que antes de empezar a caminar ya bailaba folklore. Luego de convidarnos un mate, nos habla de las “señaladas”. “Me crié en el campo, con la guitarra y allí se hacían las señaladas, marcar a los animales, y luego se invitaba a una fiesta donde se comía, se cantaba y se bailaba. Se terminaba a los dos días, se iba a otro vecino y se hacía lo mismo. Se imaginarán lo fiesteros que eran mis padres (risas)”.

Con el amor a la danza y a la tradición en la sangre, Noemí recuerda que con 10 enseñaba a bailar a sus compañeros del colegio. “Era la única que sabía bailar malambo, me vestía de varón y me encantaba”.

Entre anécdota y anécdota Noemí relata sobre etnias, misiones jesuitas, la Campaña del Desierto, la traza de la Ruta 23, y la historia rionegrina que vive y transmite a través de la danza y el folklore.

Cuando terminó la primaria, realizó la carrera de Danzas en el Instituto de Arte Folklórico de Bariloche y hoy da clases en instituciones de Dina Huapi. “Yo me crié en el campo y tengo una visión diferente de lo que es el bailar, el sentir la danza. Trato de que mis alumnos conozcan lo que se les enseña, escuchen y lo sientan. Más allá de la técnica o las figuras, la expresión es lo que más me interesa, lo que sienten por cada danza”.

 

La danza de la Patagonia

“Para el resto del país, debajo de la línea del Río Colorado, todavía tenemos pluma. En Río Negro tenemos nuestra propia danza y cultura, el tema es que empezaron a llegar las chacareras, las zambas y otros bailes a través de Radio Nacional. Nosotros conocemos esas canciones, pero no las sabemos bailar porque no son nuestras raíces”, asegura Noemí.

Y así podemos contar que el chamamé, que originalmente es de Chaco y se baila suave y hamacado, en Río Negro es “más pesado, maceta”; o que la ranchera es diferente al resto del país, con movimientos suaves y bien pegados los cuerpos, “casi arrastrando los pies en el suelo”. Y que los valsecitos camperos nacieron del acordeón verdulera con lo poco que sabía de música el criollo y se tocaban en las señadas. También, que el paso doble español que se baila en estas tierras es totalmente diferente, “es muy apasionado para nosotros, con mucha fuerza”, mientras que en España se baila suelto, es casi una danza individual.

 

Enseñar para conocer. Conocer para amar

Con toda su docencia, Noemí explica que nuestra Patria, además de a caballo se hizo bailando y que “nadie sabe que San Martín, Belgrano y todos los padres fundadores de nuestra Patria eran grandes bailarines porque la manera de conquistar a una dama era la danza y el mate en las tertulias, y eso era así en todo el país”.

Por eso, como impulsora de que se enseñe folklore en las escuelas, a todos y bien, se termina definiendo así: “Todo lo que es referente al folklore, desde el pañuelo que llevo a cualquier lado que vaya hasta la faja, todos los elementos que tengo, son sagrados. Esto es lo que soy y lo que defiendo”.

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