Nido del Tiempo

Quién pudiera ser héroe para su pueblo

La Patagonia es tierra de pioneros, de quienes se animan a empezar de cero, de quienes descubren tesoros y salvan pueblos.
lunes, 3 de junio de 2019 · 09:03

Por Carla Barbuto

La Patagonia es una invitación a mirar los horizontes, hay quienes pasan horas tras la línea de fuga en los lagos o en la Cordillera. También es una invitación a mirar el suelo polvoriento buscando puntas de flecha, huesos fosilizados, geodas o quién sabe cuántos tesoros están ahí, esperando ser encontrados.
Despreocupado por los horizontes, Rubén Carolini era de quienes miraban el suelo. Y de tanto mirar, la tarde del 25 de julio de 1993, encontró un tesoro de 14 metros de largo y 8 toneladas: El mayor dinosaurio carnívoro encontrado hasta el momento, aún mayor que el famoso Tyrannosaurus Rex.
El tesoro -el Giganotosaurus Carolini, tal como lo llamaría la revista Nature en 1995- fue un premio para el mecánico nacido en Oncativo y también lo fue para El Chocón, que sufría los embates de las privatizaciones.

 

Como cordobés en el desierto
Hasta los once años, Carolini se crió en su ciudad natal, Oncativo (Córdoba). Fue a la escuela hasta quinto grado (abandonó por problemas económicos), aprendió el oficio de su padre mecánico y a los 23 años, la vida lo trajo al Sur.
Su historia sigue como la de tantos que llegaron a estas tierras en busca de las oportunidades que sus lugares les negaban. Carolini se radicó en Cipolletti, se casó, consiguió trabajo como Jefe de Mantenimiento de los grandes camiones en la represa “El Chocón” y luego pasó a Hidronor, empresa en la que trabajó hasta 1993, año en que la privatizaron.

De tesoros escondidos
Por aquellos tiempos, Carolini pasaba buena parte de su tiempo libre en el desierto, explorando, buscando fósiles, practicando tiro, cazando aves, sacando fotos, filmando con su cámara VHS, la primera que hubo en la zona.
El vivía su propia aventura y así se topó con una tibia que le pareció enorme, y la midió con su cinturón y, como el cinturón no alcanzaba, agregó un trozo de alambre. Después se subió al buggy naranja y regresó a su casa en El Chocón. Buscó en un libro de dinosaurios que tenía en la biblioteca y se encontró con la sorpresa: la tibia del Tyrannosaurus rex, el dinosaurio carnívoro más grande del mundo en aquel entonces, medía ochenta y dos centímetros y la que él había encontrado, un metro diez.
La historia que siguió es digna de una película de Spielberg. Carolini regresó al lugar del descubrimiento (a unos 20 kilómetros de la villa) para sacar las fotos que luego llevaría como prueba a la Universidad Nacional del Comahue. Los paleontólogos de esa institución dijeron que se trataba de un descubrimiento de máxima importancia.

De renacimientos y de héroes
Su devoción por mirar el suelo salvó a El Chocón y a la gente que vivía del petróleo privatizado. Cuando Carolini encontró la tibia de más de un metro, una bocanada de aire fresco corrió por las callecitas de la villa, que veía su renacer como tierra de dinosaurios.
No es una metáfora, El Chocón renació de la mano de Carolini. “Después de las privatizaciones, la realidad era de pesadilla en esas ciudades: desocupación de casi el 90 por ciento, familias destrozadas, enfermedades, suicidios, basura en las calles porque las municipalidades no tenían presupuesto ni para la recolección de residuos. Cuando los municipios, asesorados por la Universidad Nacional del Comahue, vieron que los dinosaurios podían reactivar la economía con museos que convocaran a visitantes que gastaran su dinero en los negocios del lugar, construyeron una especie de circuito de turismo paleontológico. En El Chocón dio y da buenos resultados, porque es una población de poco más de dos mil habitantes, pero en Plaza Huincul nunca llegó a tener un impacto positivo tan notorio, porque el petróleo y el gas dominan su economía”, contó Miguel Prenz cuando presentó su libro Gigantes en 2015.


La encargada de la boletería del museo que exhibe la réplica del lagarto gigante del Sur aseguró que “el dinosaurio fue un boom, una tabla de salvación para la economía del Chocón, porque el museo nació con él. Yo siempre digo que al museo hay que cuidarlo, porque generó mucho trabajo después de la privatización de Hidronor. Calculá que acá entran ciento cincuenta mil personas por año. Don Carolini es un héroe para el pueblo”.

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