Hace más de 12 años, Nicolás Vargas tomó una decisión que cambiaría su vida. “Agarré mi bolso y me embarqué en la búsqueda de mi pasión. Me fui sin patrocinio, ni mi vieja me apoyaba, me decía que era una locura”, recuerda con una sonrisa el neuquino que se transformó en uno de los nombres más fuertes de las artes marciales mixtas de la Patagonia.
“El Perro”, como lo conocen todos en el ambiente, nació y creció en Neuquén, pero su instinto lo llevó a salir de su zona de confort en busca de un sueño: llegar a competir en los mejores escenarios del continente. Fue el primer representante de la provincia en participar en la LUX, la prestigiosa liga latinoamericana de MMA, y su carrera no dejó de crecer.
En 2018 dio otro salto: viajó a Estados Unidos para entrenar en el Team Invictus, en Texas. Allí compartió tatami con luchadores de distintos países, todos con la misma meta: alcanzar el máximo nivel en una disciplina tan exigente como apasionante. “Tuve la posibilidad de aprender de los mejores y entender que esto no solo es pelear: es una forma de vida”, asegura.
Su esfuerzo dio frutos en 2017, cuando integró el seleccionado nacional en los Juegos Panamericanos de BBJJ y No-Gi, donde conquistó la medalla de oro en ambas categorías. Una muestra de que la perseverancia, tarde o temprano, paga.
Con los años, Vargas se transformó no solo en un referente dentro del octágono, sino también fuera de él. En Neuquén fundó PV Team, su academia, donde entrena y forma a nuevas generaciones bajo una filosofía clara: enseñar valores antes que golpes. “No busco campeones estrellas, busco campeones de la vida. Quiero que mis alumnos aprendan respeto, disciplina y humildad”, destaca.
Su legado no termina ahí. Hoy, es el alma del Magic Arena, el evento de MMA más importante del sur argentino, que en su 14ª edición reunió a peleadores de todo el país y también del extranjero. Una cita que demuestra cuánto puede lograrse con constancia, sacrificio y pasión.
Nicolás “El Perro” Vargas es la prueba viva de que los sueños no se logran por casualidad, sino con trabajo, fe y coraje. Desde Neuquén al mundo, su historia inspira a toda una generación que entiende que pelear, a veces, es mucho más que subirse a un ring.