Dos meses después de los graves hechos de violencia en Avellaneda durante el partido ante Independiente, Universidad de Chile regresa a la Argentina para disputar la semifinal de vuelta de la Copa Sudamericana frente a Lanús.
El operativo de seguridad, coordinado por la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide) y la Policía provincial, será extremo. El plantel chileno se hospedará en Ezeiza para mantenerse alejado de posibles conflictos en la ciudad y su traslado al estadio Néstor Díaz Pérez se realizará por rutas controladas que evitan ingresar a Avellaneda o a la Capital Federal, garantizando un trayecto seguro.
Aunque no viajarán hinchas de la U, las autoridades argentinas buscan prevenir cualquier inconveniente y asegurar que el partido se desarrolle con normalidad. El equipo dirigido por Gustavo Álvarez ya recibió instrucciones sobre los protocolos de seguridad para su estadía, entrenamientos y traslado al estadio.
El recuerdo de la batalla campal en Avellaneda sigue presente: provocaciones en las tribunas, enfrentamientos cuerpo a cuerpo y varios heridos dejaron un clima de tensión que aún marca la previa del duelo decisivo en la Copa Sudamericana. Por eso, el operativo incluye control policial estricto, escoltas y rutas predefinidas, con el objetivo de proteger al plantel chileno y evitar incidentes que puedan empañar la semifinal.
Con la ida finalizada 2-2 en Santiago, Universidad de Chile buscará ahora un resultado favorable en suelo argentino, mientras que las autoridades y la dirigencia local se esfuerzan por mantener la calma y garantizar un desarrollo seguro del encuentro.