Marruecos vive días de tensión. Desde el fin de semana pasado, la capital Rabat y otras ciudades fueron escenario de multitudinarias protestas contra el gobierno, al que acusan de derrochar dinero en estadios para el Mundial 2030 mientras hospitales y escuelas siguen en crisis.
La convocatoria, impulsada por el movimiento juvenil GENZ212, logró movilizar a miles de personas que exigen la salida del primer ministro Aziz Ajanuch y reformas profundas en áreas clave como la sanidad y la educación.
En las últimas horas del jueves, las marchas volvieron a llenar la calle Francia, en el barrio de Adgal. Con pancartas y consignas duras, los manifestantes reclamaron: “No queremos la copa del mundo, la salud primero”, “Más escuelas y menos policías” y “Queremos un buen hospital para jóvenes y ancianos”.
Aunque la última protesta fue pacífica y no interrumpió el tránsito, en días anteriores la represión y los disturbios dejaron un saldo trágico: tres muertos, decenas de heridos y destrozos en varias ciudades.
La bronca se extendió más allá de Rabat. También hubo concentraciones en Casablanca, Tetuán y al menos una docena de localidades, lo que muestra que el reclamo es nacional.
Frente al malestar, Ajanuch prometió escuchar a los jóvenes y atender sus demandas. Sin embargo, los números oficiales hablan por sí solos: Marruecos cuenta con menos de 15.000 médicos para una población de 37 millones de personas. Eso significa apenas cuatro médicos cada 10.000 habitantes, una cifra que refleja la precariedad del sistema de salud.