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“Atajo yo”: el día que Enzo Pérez se convirtió en leyenda en el arco de River

Un desgarro, cero arqueros disponibles y un partido por Copa Libertadores. El 19 de mayo de 2021, el mendocino se puso los guantes y escribió una de las páginas más épicas de la historia del Millonario.

Lunes, 19 de mayo de 2025 a las 06:00
Un desgarrado Enzo Pérez se hizo cargo del arco y River ganó 2-1.

El 19 de mayo no es un día cualquiera para los hinchas de River. Es una fecha que quedó grabada en la memoria colectiva por una noche de Copa Libertadores que parecía imposible. Enzo Pérez, desgarrado y sin experiencia como arquero, decidió ponerse el buzo y cuidar el arco del club de sus amores.

Todo comenzó con una ola de contagios que dejó al equipo sin arqueros. Apenas cuatro días antes del partido contra Independiente Santa Fe, River sufrió un brote de COVID-19 que afectó a más de 20 jugadores. Entre ellos, los cuatro arqueros inscriptos para la Libertadores. Ante la negativa de Conmebol para habilitar un reemplazo, el equipo de Gallardo se quedó sin opciones bajo los tres palos.

“Atajo yo”, dijo Enzo, y se ganó la eternidad. A pesar de arrastrar un desgarro en el isquiotibial derecho, el mendocino se calzó los guantes que le prestó Germán Lux y se metió en el arco del Monumental. Su decisión, cargada de amor propio y sentido de pertenencia, emocionó a millones.

Un arquero poco convencional para la hazaña.

El partido fue un cóctel de nervios, goles y milagros. A los 5 minutos del primer tiempo, River ya ganaba 2-0 gracias a Fabrizio Angileri y Julián Álvarez. Pero lo que quedaba por jugar era una eternidad. Y ahí apareció el trabajo colectivo: un equipo que corrió, metió y defendió para que su arquero improvisado apenas tuviera que intervenir. El partido, con la situación del arquero, y un equipo sin suplentes finalizó 2-1 gracias a un gol en el que fue notorio que Pérez no era arquero.

Detrás del arco, César Zinelli fue un guía silencioso. El ex arquero, que formaba parte del cuerpo técnico, se paró detrás del arco para acompañar con gestos a Enzo durante todo el partido. Una imagen que refleja el espíritu de unidad que caracterizó aquella hazaña.

La foto con el guante en alto, el buzo fosforescente, el abrazo con Gallardo. Postales imborrables de una noche que se convirtió en bandera. La réplica de ese uniforme hoy es exhibida en el Museo River como símbolo de coraje y compromiso.

Cuatro años después, la leyenda sigue viva. Enzo se fue y volvió de River donde, a sus 39 años, demuestra el liderazgo de un futbolista con experiencia en Europa, la Selección y muchas batallas en el Millonario. El recuerdo de aquella noche en la que cuidó el arco desgarrado permanece intacto. Porque hay gestos que superan al fútbol. Porque hay noches que transforman a los jugadores en ídolos. Y porque esa noche, más que nunca, River fue un equipo.

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