Guillermo Barros Schelotto no necesita presentación en el fútbol argentino. Goleador de potrero, pícaro para jugar y filoso para declarar, el Mellizo construyó una carrera que dejó marca tanto en Gimnasia como en Boca. Pero su impronta trascendió las fronteras: en Estados Unidos también se convirtió en ídolo. Esta semana, el Columbus Crew lo homenajeó incluyéndolo en su prestigioso Círculo de Honor, reservada solo para las grandes leyendas del club.
La ceremonia se llevó a cabo en el Lower.com Field, estadio del equipo de Ohio, donde Guillermo no pudo estar presente debido a su compromiso como entrenador de Vélez en la Liga Profesional. Sin embargo, su figura estuvo representada por su esposa Matilde, su mamá Cristina y su hijo menor Lucas, en un acto cargado de emoción y respeto.
Barros Schelotto jugó en el Crew entre 2007 y 2010, y lo hizo a su manera: dejando alma, goles y fútbol. Fueron 118 partidos, 9.583 minutos, 38 goles y 43 asistencias. Pero, más allá de los números, lo que lo catapultó a ser leyenda fue su liderazgo y su estilo: ese mismo que lo volvió amado por unos y odiado por otros en Argentina. Con el equipo norteamericano ganó tres títulos, incluyendo la MLS Cup en 2008 y dos Supporters’ Shield, además de ser elegido MVP en más de una oportunidad.
La distinción lo convierte en el cuarto miembro del selecto grupo que integran Brian McBride, Frankie Hejduk y el entrenador Sigi Schmid. Además, es el primer argentino en alcanzar ese reconocimiento.
El Círculo de Honor fue creado por Columbus Crew en 2011 para homenajear a quienes dejaron una huella imborrable en la institución. Los requisitos son exigentes: al menos 100 partidos disputados y logros como ser campeón, capitán en una final o integrar el equipo ideal de la MLS. Barros Schelotto cumplió con todo.
Como jugador fue rebelde, incisivo y determinante. Como entrenador, sigue siendo directo, meticuloso y competitivo. Y aunque su carrera sigue escribiéndose desde el banco de suplentes, esta vez el reconocimiento vino por lo que dejó adentro de la cancha. En Argentina o en Ohio, el Mellizo sigue siendo el mismo: un tipo que no pasa desapercibido.