Este domingo por la mañana, Buenos Aires fue testigo de otra página dorada en la historia del atletismo:se quedó con la media maratón con un registro de 58 minutos y 29 segundos, un tiempo récord en el circuito que dejó sin chances a sus rivales. El etíope Seifu Tura Abdiwak (59m56s) y el keniata Vinicent Nyamongo Nyageo (59m57s) completaron el podio.
A sus 23 años, Kiplimo ya es una referencia mundial. En febrero pasado había logrado un nuevo récord en Barcelona, donde completó la distancia en 56m42s, la mayor mejora individual en la historia de la media maratón. Además, supo colgarse el bronce en los 10 mil metros de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y se coronó campeón mundial de cross country en 2019 (por equipos) y en 2023 y 2024 de manera individual.
Pero detrás de sus logros hay una historia de vida tan dura como inspiradora. Kiplimo nació en Kween, un pequeño pueblo de Uganda, dentro de una familia de 28 hermanos que sobrevivía con lo justo gracias a la agricultura de subsistencia. La escuela quedaba a dos kilómetros y medio de su casa y la recorría corriendo, ida y vuelta, todos los días. Fue en ese trayecto donde descubrió que tenía un talento natural para correr.
Guiado por sus hermanos mayores, que lo alentaron a entrenar, con apenas 15 años se transformó en el atleta más joven de la delegación ugandesa en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Desde entonces, su ascenso fue meteórico y hoy sueña con el gran objetivo: llegar a Los Ángeles 2028 para conquistar la medalla dorada olímpica que todavía le falta.
En cuanto a los argentinos, Laureano Rosa fue el mejor entre los varones con un tiempo de 1h04m08s, mientras que Florencia Borelli brilló con 1h09m21s, nuevo récord sudamericano. Detrás suyo, a tan solo un segundo, cruzó la meta Daiana Ocampo.