El circo tuvo luces, música y promesas virales, pero el final fue puro boxeo. Anthony Joshua necesitó seis rounds para desarmar el show de Jake Paul y cerró la noche con un nocaut contundente que dejó al influencer tendido en la lona del Kaseya Center de Miami, víctima de un derechazo seco que le provocó una doble fractura y apagó cualquier ilusión de hazaña.
El golpe decisivo llegó a un minuto y 40 segundos del sexto asalto. Fue el desenlace lógico de una pelea que Joshua manejó con paciencia, potencia y experiencia. Paul intentó sobrevivir con movimientos laterales y una estrategia de escape, pero el desgaste físico fue evidente y el británico, sin apuro, lo fue acorralando hasta encontrar el espacio justo para descargar la mano que terminó la historia.
Antes del nocaut, el ex campeón de los pesos pesados ya había enviado al youtuber a la lona en más de una ocasión. Cada caída fue marcando la diferencia de nivel, de oficio y de físico entre un boxeador formado en la élite y un fenómeno mediático que, esta vez, se topó con un rival sin concesiones.
El combate tuvo reglas especiales que reforzaron el carácter de evento-espectáculo: Joshua compitió con un límite de 245 libras, la pelea estuvo pactada a ocho rounds de tres minutos, se usaron guantes de 10 onzas y un ring más amplio de lo habitual. Todo estaba diseñado para el show, pero el desenlace fue tan real como contundente.
Para Joshua, la victoria significó una recuperación simbólica tras su última presentación, la dura derrota por nocaut ante Daniel Dubois en Wembley, 15 meses atrás. Campeón olímpico en Londres 2012, el británico elevó su récord a 28 triunfos, 24 de ellos por la vía rápida, con apenas cuatro derrotas en su carrera profesional.
Jake Paul, en cambio, volvió a comprobar los límites entre la fama digital y el boxeo de alto impacto. Con antecedentes ante nombres como Nate Díaz, Mike Tyson, Julio César Chávez Jr. y Nate Robinson, llegaba con 12 victorias en 13 peleas, pero esta vez no hubo margen para el marketing. Aguantó lo que pudo y cayó ante la lógica del ring.
Con una marcada diferencia de edad y contextura física, Joshua con 36 años y Paul próximo a cumplir 29, el verdadero atractivo estuvo en la previa y en el morbo del cruce. El negocio fue redondo: se estima que cada protagonista se llevó una bolsa cercana a los 100 millones de libras.