El básquet argentino despidió a una de sus figuras fundacionales. A los 72 años falleció Norton Barnhill, el primer jugador extranjero en vestir la camiseta de Atenas de Córdoba y uno de los protagonistas silenciosos que ayudaron a moldear los primeros pasos de la Liga Nacional.
Su llegada al club cordobés, a comienzos de la década del 80, marcó un antes y un después. En un contexto donde la presencia de extranjeros era una rareza, Barnhill se transformó en un símbolo de apertura y crecimiento para un deporte que empezaba a profesionalizarse en el país. Atenas aún competía en el ámbito local cuando el base estadounidense, de 1,93 metros, se sumó al proyecto que luego haría historia.
Formado en la Universidad Estatal de Washington, Barnhill había tenido un breve paso por la NBA. Fue seleccionado en el Draft de 1976 por los Seattle SuperSonics y disputó cuatro partidos oficiales, con registros de 4 puntos y 3 rebotes. También integró el plantel de los New Jersey Nets, aunque no llegó a debutar oficialmente.
Tras recorrer distintas ligas alternativas de Estados Unidos, como la CBA, la Western Basketball Association y la AABA y luego de una lesión en la espalda que frenó su proyección, encontró en Argentina un nuevo impulso para su carrera. Y no lo desaprovechó.
Luego de su primera etapa en Atenas, tuvo un paso exitoso por Obras Sanitarias, donde fue campeón de la Copa Renato Williams Jones. Más tarde regresó a Córdoba para disputar la primera edición de la Liga Nacional en 1985. Allí conformó una dupla recordada con Donald Jones y firmó promedios de 22,4 puntos en 56 partidos, números que lo ubicaron entre los extranjeros más influyentes de aquella era.
Lejos de las canchas, Barnhill encontró otra forma de expresión. Se volcó de lleno al arte y, según contó en distintas entrevistas, dedicó sus últimos años a la pintura, con el deseo intacto de volver algún día a la Argentina para compartir su obra.
Su nombre quedó grabado en la historia grande de Atenas y del básquet nacional. No solo por lo que hizo dentro de la cancha, sino por haber sido parte de una generación que abrió caminos y dejó bases firmes. Norton Barnhill ya no está, pero su legado sigue en juego.