En un escenario nacional con la obra pública desaparecida, Neuquén es todo lo contrario, porque está en obra permanente, y el año que comenzará dentro de tres semanas mostrará muchas rutas pavimentadas, mucha transformación con infraestructura, más viviendas, en fin, una combinación de inversiones desde el Tesoro con créditos del exterior que producirá mucho trabajo, y, si algo no falla en el medio, podrá ser cadena de transmisión para la economía de la gente; al mismo tiempo, se intensifica la puja dentro de su gigantesco Estado, que no es solo por el reparto de los 7,5 billones de pesos de su enorme presupuesto, sino, se diría que especialmente, por ocupar lugares de decisión dentro de la gran burocracia provincial.
El gobierno de Rolando Figueroa, que se reconfigura parcialmente, en su equilibrio político y su énfasis en determinadas áreas, con nuevos funcionarios y un organigrama ministerial con sutiles modificaciones, está en el jardín de los senderos que se bifurcan, que es el Estado neuquino: una coctelera en la que conviven el poder, el dinero, el espionaje, las delaciones, la búsqueda, y un lejano horizonte que promete prosperidad para todos, junto, por supuesto, con gente que trabaja denodadamente. La puja con los sindicatos cocina, en el mismo horno, las obligadas limitaciones en el uso de los dineros públicos, con aventuras ideológicas que se justifican en la gran singularidad neuquina, y el apetito de poder (cogobierno) al que los sindicatos como ATE y ATEN no renunciarán jamás.
El delirio populista, así, comparte escenario con la austeridad republicana; y, al mismo tiempo, encuentra fisuras y cauces por donde deslizarse, aprovechando el contraste evidente entre los modelos provincialistas con el actual Estado en mengua que serrucha, todos los días un poco, el gobierno de Javier Milei. Neuquén da para todo: para hacer rutas e incentivar esa rica industria que es el turismo, o viviendas para reducir la tremenda e injusta brecha social, como también para evidenciar un Poder Judicial en quiebra, con una Ley de Autarquía Financiera que ha devenido en abstracta, y que plantea serios riesgos para la administración de Justicia, un servicio esencial para la ciudadanía, si se habla de igualdad ante la Ley.
Desde ese laberinto judicial que gasta el doble de lo que recauda, emerge, por ejemplo, un sindicato (SEJUN) envalentonado con la idea de que el Estado todo lo puede, especialmente si es para satisfacer el ansia por la supuesta "justicia social" que todavía luce como consigna central en la bandera del peronismo como religión remanente. Hace unos días, ese sindicato que representa a los empleados públicos con salarios más altos en la provincia (que paga un Poder Judicial en bancarrota) presentó un proyecto de ley en la Legislatura neuquina para que las personas con discapacidad que sean empleadas estatales puedan jubilarse a los 45 años, con 15 años de aporte a un sistema previsional que está en absoluta crisis.
Sin hablar de la justeza o no del proyecto, sí puede entenderse fácilmente que nace de una posición política compartida por los sindicatos estatales en general, que se alimenta de la idea de que las arcas del Estado fluyen con dinero que se origina en el maná caído del cielo, o sea, que el dinero del Tesoro es inagotable, que se puede gastar sin límite, que todo se justifica en la necesidad a cubrir, no en cómo ni con qué recursos concretos cubrirla. Así, el Estado deja de ser una cosa concreta para pasar a ser una ficción. Aunque parezca mentira, muchas veces la ficción le ha ganado a la realidad; y en ese sentido, la puja actual en Neuquén pasa por la confrontación entre lo real y lo surreal en la vasta pradera del gran Estado.
Esto ocurre mientras la política logra construir cosas, por suerte para la provincia. Es muy bueno que la obra pública sume infraestructura. Es muy bueno que la actividad privada (especialmente, la petrolera) aporte divisas y crecimiento económico. También es bueno que el gobierno de Figueroa tenga determinados objetivos muy claros. Eso seguramente ayudará a poner un freno a la demagogia de los que vociferan justicia prescindiendo de los demás, solo para auto beneficiarse.
Es de esperar que termine con condenas firmes el caso de la estafa con los planes sociales; y que la investigación "hacia adentro" de la mafia burocrático-política continúe. Es un gran desafío para Figueroa instalar en firme una ética en la gestión pública. Eso, como se sabe, nace de las acciones, no de las palabras.