Durante dos décadas, Emiliano Gatti fue una figura aparentemente respetada de la televisión regional. Su labor como presentador de noticias le permitió entrar en todos los hogares del norte de la Patagonia, mientras que su trabajo al frente Juntos Para Sumar lo consolidó como un símbolo de la solidaridad. En la superficie, era el equivalente moderno de Dr. Jekyll: un hombre que inspiraba confianza y generaba admiración por su compromiso con las causas sociales. Sin embargo, tras esa fachada ejemplar, acechaba una realidad oscura y perturbadora: la de Mr. Hyde.
El 15 de noviembre de 2022, la Justicia allanó su domicilio en el marco de los operativos Red Federal en Alerta. Lo que se descubrió fue estremecedor: Gatti no solo consumía material de explotación sexual infantil, sino que además lo distribuía. Los videos en cuestión no eran meros archivos digitales; eran la prueba de abusos aberrantes cometidos contra bebés y niños menores de dos años. El impacto de esas imágenes fue atroz. La primera fiscal habló en exclusiva con Mejor Informado y por decir el asco que le generó los videos, la apartaron del caso.
Esos videos que encontraron y que se distribuían por el viejo e-Mule , con el que se pirateaba música a principios de siglo, no pudieron ser exhibidos durante el juicio debido a su crudeza. La máscara de Dr. Jekyll se desmoronó y dejó al descubierto la verdadera naturaleza de Mr. Hyde.
A medida que el caso avanzaba, Gatti fue desvinculado de Radio TV Río Negro, a cambio de unos 20 millones de pesos con fondos públicos. También juró por su inocencia, pero nunca aportó datos de quién podría haber manipulado su computadora. Mientras tanto, logró mudarse a Bahía Blanca, lejos de la comunidad que alguna vez lo había visto como un referente. Buscó el anonimato, temeroso de la reacción de aquellos que antes llenaban plazas para apoyar sus campañas solidarias.
Ayer, tres años y cuatro meses después del allanamiento, la Justicia finalmente dispuso su encarcelamiento sin más dilaciones. El 16 de septiembre, había sido condenado a seis años de prisión por tenencia y facilitación de material de abuso infantil, agravado por la edad de las víctimas. Sin embargo, al momento de escuchar que desde ahora debía cumplir la sentencia, Gatti no mostró ni remordimiento ni vergüenza. En su última aparición pública, al ser esposado, dejó salir a su Mr. Hyde con una actitud desafiante: "¿Esta es la foto que querían, no?". Luego, mirando a los periodistas, insistió: "¿Qué cara tengo que poner?". Y al salir de la sala judicial, con la prensa registrando cada instante, arremetió con furia: "¿Tengo que llorar, qué tengo que hacer?".
En esa reacción quedó sellado el fin de su doble vida. Gatti, que durante años se presentó como un benefactor y periodista creible, mostró su verdadera identidad cuando ya no tuvo una máscara detrás de la cual esconderse. Los monstruos no siempre habitan en las sombras: a veces, caminan entre nosotros y hasta salen por televisión.