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Sábado 27 de Diciembre, Neuquén, Argentina
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Figueroa, Neuquén, y el recuerdo de aquella histórica definición de Alfonsín

Cerró un año que dejó atrás la competencia electoral, para rápidamente instalar la realidad de acuerdos y desacuerdos en la gestión concreta de gobierno.

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Rolando Figueroa recorrió algunas radios, de las más relevantes, y dio por cerrado el año con un balance esencialmente positivo de su gestión, cuando ésta ha llegado exactamente a la mitad del período. En AM 550, dialogando con Pancho Casado, destacó especialmente el rumbo de su nuevo Gabinete, con mixtura generacional, deslizando su énfasis en la formación de cuadros políticos que estén preparados para conducir el “Fórmula Uno” en que, según su visión, se transformará la provincia, energizado por Vaca Muerta.

El gobierno neuquino, es cierto, ha logrado cerrar su segundo año con -nuevamente- paritarias salariales acordadas de manera anticipada, con presupuesto aprobado con superávit en el cálculo, con muchas obras públicas en marcha, y el anticipo de otras importantes que comienzan ya, como un gran complejo de Seguridad en la meseta capitalina, de más de 10 mil metros cuadrados cubiertos en cinco edificios, reafirmando la importancia que se le asignará a la seguridad pública, avanzando sobre lo cualitativo en una asignatura muy difícil.

Ha quedado claro, también, que la confrontación con el sector político que lidera el presidente Javier Milei, La Libertad Avanza, fue acotada a la competencia electoral, momento indicado para diferenciar proyectos políticos; pero que, en lo que a gestión se refiere, no necesariamente implica la oposición del modelo neuquino, como se ha probado en la semana que pasó, cuando se votó y aprobó el presupuesto nacional: allí la senadora Julieta Corroza debutó con un voto afirmativo en general, y fue primera en la lista de oradores, como para demostrar que no buscará un bajo perfil, sino el protagonismo, al menos cuando éste sea necesario a los planes provinciales.

También, en general, había votado en la misma línea la diputada del oficialismo provincial, Karina Maureira, diferenciándose después en el voto en particular con la oposición a la postura libertaria respecto de la discapacidad y el financiamiento a las universidades.

El cierre del año mostró también una postal de extravío corregido después con firmeza aceptada a regañadientes, cuando dos municipios se cortaron solos aumentando dramáticamente los salarios de su planta política. En Junín de los Andes, el aumento se dispuso en 80 por ciento; y en Vista Alegre, en 40 por ciento. Los dos, después, fueron anulados por sus intendentes. Fue después del reto del gobernador, pero también después de una fulminante reacción negativa de la comunidad: en el caso de Junín, hasta hubo una espontánea movilización en las calles, algo poco usual en esa localidad cordillerana.

La anulación del aumento fue a regañadientes, y esto quedó claro en los fundamentos expuestos oficialmente en el caso del intendente de Junín. Ese gobierno marcó una evidente insatisfacción con la remuneración recibida por la función que se desempeña.

El caso quedó marcado en el fin del año como una especie de prueba de cómo se puede mal interpretar la práctica política en la función pública: Es evidente que todavía mucha gente del Estado piensa desde el ombligo propio, y no desde la conciencia de administrar la plata del pueblo.

Tanto en Junín como en Vista Alegre, no se recauda lo suficiente como para garantizar el pago de salarios a los empleados municipales, y, aún así, se pretendía aumentar el gasto salarial de las comunas. La conclusión es ineludible: Piensan que hay una máquina estatal que fabrica plata, y, por ende, que se puede gastar infinitamente.

Obviamente, no es así, mucho menos en una coyuntura donde este tema ha sido fijado en el primer plano de la atención pública: Pocas veces ha habido antes en Argentina tanta atención sobre el gasto público, y la diferencia que hay entre déficit y superávit. Ojo: en Neuquén también, y no es casual que, tanto Rolando Figueroa, el gobernador, como Mariano Gaido, el intendente del distrito político más importante, la capital, gobiernan con superávit en sus cuentas, y capacidad de producir con ese dinero la obra pública siempre necesaria, y, todavía, en muchos casos imprescindible para los planes de desarrollo de la provincia.

Puede decirse que, a fines de 2025, esta es una característica sobresaliente de la política argentina desde la restauración democrática de 1983: provincias que se bancan solas, y hacen obras, con un gobierno nacional que concentra su ajuste sobre la inflación, sin emitir dinero ni aumentar gastos.

Ahora, la expectativa sobre el 2026 se concentrará en lo que es el mayor déficit de la democracia argentina desde 1983 hasta aquí: la eficacia. Probablemente, será la piedra de toque de los ciudadanos para juzgar estos gobiernos. La ciudadanía todavía espera poder corroborar en su realidad cotidiana aquello que decía Raúl Alfonsín en los albores de la nueva democracia: “Con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se cura y se educa”.

 

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