Después de 16 años de vida activa, cerró sus puertas el mítico bar "Júbilo" de calle Juan B. Justo 90 de la ciudad de Neuquén. Sus dueños: María Laura Toribio y César Altomaro dijeron: "hasta acá llegamos". El costo de sostenerlo abierto es difícil de afrontar, en estos momentos, y con dudas sobre el futuro.
Todos sabían que "Júbilo" no era cualquier bar. Abría por la mañana a la hora del café, diario y medias lunas y cerraba hasta repetir las mañanas. El espacio estaba asignado y elegido para la presentación de grupos musicales, narradores, teatro, exposiciones, charlas, talleres literarios.
Era un pequeño centro cultural a la usanza de los que hubo por estas tierras hace muchos años: Café de la Flor, La Tasca, por nombrar algunos, y otros que están en la memoria de la gente.
Hay un reclamo que subyace en toda ciudad que crece, y es el de contar con espacios para establecer un diálogo con la sensibilidad, el espíritu, la creatividad que cada humano necesita para sobrevivir a las tempestades cotidianas.
Sin embargo, cuesta mucho sostenerlos en el tiempo, desafío que Mati y César afrontaron con Júbilo. Cualquier espacio destinado a valorar lo que verdaderamente de valor tiene una sociedad, es bienvenido; y cuando cierra las puertas, habremos perdido una gran parte de ellos.
Hoy, un poco más tristes, y más solos.