Reconstruirse después de un golpe es un desafío inmenso. Y eso es justamente lo que decidió mostrar Lowrdez Fernández, quien vuelve a conectar con su profesión y su entorno cercano tras las denuncias que sacudieron su vida en las últimas semanas. Lejos del silencio, la cantante eligió compartir un registro íntimo de su presente y de cómo intenta recuperar la alegría.
A dos semanas de haber sido rescatada de la casa de Leandro García, episodio que generó profunda preocupación entre sus colegas y el público, Lowrdez Fernández reapareció con un mensaje claro: quiere dejar atrás el miedo. Su madre, Mabel, fue quien impulsó la denuncia, acompañada por el apoyo incondicional de Lissa Vera, otra compañera del emblemático grupo pop, que también acudió a la Justicia.
El 30 de octubre, en medio de ese contexto judicial y emocional, Lowrdez grabó un video titulado “Un día en la vida de Lowrdez”, donde registró toda su rutina desde la mañana hasta la noche. No eligió una jornada cualquiera, sino una que simboliza un verdadero renacer: su regreso al escenario del Gran Rex como invitada especial de A*Teens, apenas días después de lo sucedido.
El material fue publicado en su cuenta de Instagram con palabras que reflejan lo que significó esa presentación para ella. Lowrdez Fernández se muestra auténtica, relajada y sin perder el humor que siempre la caracterizó. “La de Bandana, la de los problemas, la hackeada”, se presenta bromeando, como una forma de ponerle luz a un proceso que todavía duele.
La acompañan en el video Kata, amiga, productora y manager, junto al equipo de maquillaje y peinado que la ayuda a prepararse antes del show. Ese detrás de escena, lleno de risas y complicidades, revela la importancia de quienes la rodean y la sostienen en este momento.
También aparecen pequeños momentos de vida cotidiana: el cariño a su gata, la visita de una amiga de toda la vida y hasta un agradecimiento por la cafetera que ahora forma parte de su rutina de café cortado antes de salir de casa. Retazos simples que muestran que volver a sentirse bien también pasa por lo cotidiano.
La emoción crece cuando se la ve arribar al teatro, lista para volver a encontrarse con el público. Ese instante simboliza su determinación para continuar creando, cantando y encontrando en el trabajo un espacio de refugio.
“Un tropezón no es caída, pero cómo duele”, escribió como cierre. Una frase que resume su presente: vulnerable, pero de pie; con heridas por sanar, pero con voluntad de seguir adelante.