La morosidad de las familias argentinas volvió a subir y alcanzó en octubre un nuevo máximo histórico desde que el Banco Central comenzó a medir estos datos en 2010. El aumento de las deudas impagas se explica, principalmente, por el fuerte deterioro en los préstamos personales y en el uso de tarjetas de crédito, dos herramientas cada vez más utilizadas para afrontar gastos cotidianos.
Según datos oficiales del Banco Central, el nivel de créditos en situación irregular dentro de los hogares llegó al 7,8%, acumulando doce meses consecutivos de crecimiento. En términos interanuales, el ratio de morosidad aumentó 5,5 puntos porcentuales, reflejando las dificultades de muchas familias para cumplir con sus compromisos financieros.
El mayor impacto se observó en los préstamos personales, donde casi uno de cada diez créditos presenta atrasos o incumplimientos. Este segmento mostró el salto más pronunciado en el último año. Las tarjetas de crédito también registraron un fuerte deterioro, con un nivel de mora que se ubicó por encima del 7%, impulsado por el uso intensivo del financiamiento para cubrir consumos básicos. En contraste, los créditos prendarios tuvieron un aumento más moderado, mientras que los hipotecarios se mantuvieron relativamente estables, con niveles bajos de incumplimiento.
El problema no se limita solo a los hogares. La morosidad de las empresas también creció de manera significativa en el último año, con un incremento marcado en los préstamos prendarios. Al sumar la deuda de familias y compañías, el nivel de irregularidad del sistema financiero alcanzó el 4,5%, el registro más alto desde fines de 2021.
Los datos corresponden a los meses de octubre y noviembre y reflejan un escenario previo a la baja de tasas de interés aplicada tras las elecciones legislativas. Aun así, las cifras muestran con claridad el impacto de la situación económica en la capacidad de pago de hogares y empresas.