Mauro Icardi siempre fue un personaje fuera de molde. Dentro y fuera de la cancha. Mientras su carrera futbolística avanzaba con goles en Italia, Francia y Turquía, su figura se transformaba en un ícono mediático por sus romances, sus conflictos familiares y sus cortocircuitos con la Selección Argentina. Pero antes de todo eso, cuando apenas daba sus primeros pasos en Europa, Icardi ya dejaba señales de que su personalidad no pasaría desapercibida.
Una reciente entrevista con Sergi Gómez, exdefensor del Barcelona y hoy jugador profesional, revivió una escena tan inverosímil como reveladora. Ambos compartieron equipo en La Masía, la cantera de talentos del Barça, donde convivieron durante varias temporadas. Fue allí, en la intimidad de los entrenamientos y la vida compartida entre adolescentes, donde Gómez descubrió una faceta inesperada del rosarino.
"Yo tengo una historia que nunca olvidé", comenzó contando Gómez en diálogo con el medio Post United. La escena transcurre en uno de los días libres del juvenil plantel. Icardi lo invita a salir al parque cercano a la residencia. Nada fuera de lo común, hasta que el argentino aparece con un tirachinas casero —una gomera artesanal hecha con una rama en forma de Y y gomas que había comprado en una ferretería— y le señala el blanco: “¿Ves allá arriba?”.
El objetivo era una paloma que apenas se distinguía entre las ramas de un árbol de más de 20 metros de altura. Gómez, incrédulo, observó cómo Icardi cargó una piedra, apuntó y —como si se tratara de un francotirador— derribó al ave con un solo disparo. Pero lo más sorprendente fue lo que siguió: “La llevó a La Masía, le sacó las plumas, la limpió, armó una especie de parrilla con una percha y la cocinó como si nada. Se la comió frente a todos”, relató entre risas y asombro.
El joven Icardi, criado en Rosario y con una breve etapa en las Islas Canarias antes de llegar a Barcelona, ya demostraba en su adolescencia ese instinto imprevisible que luego marcaría su carrera. “Ahí dije: ‘La que me espera de aquí en adelante’”, confesó Gómez al recordar ese momento.
El paso de Icardi por la cantera blaugrana fue breve pero productivo. Aunque su estilo no terminó de encajar en el sistema del club catalán, sus goles lo llevaron rápidamente a Italia, donde la Sampdoria apostó por él desembolsando 400 mil euros. Lo demás es historia conocida: Inter de Milán, PSG, Galatasaray, títulos, amores mediáticos, conflictos familiares y 234 goles como profesional.
Hoy, con 32 años, Mauro Icardi sigue vigente, pero también acumula anécdotas que pintan de cuerpo entero a un personaje que nunca fue indiferente. Y si alguna vez alguien creyó que su vida se volvió excéntrica con la fama, esta historia demuestra que ese costado salvaje y sorpresivo ya estaba ahí, desde sus días de juvenil. Solo que, en ese entonces, se expresaba con una gomera, una fogata improvisada y una paloma caída del cielo.