La actriz estadounidense Kelley Mack, reconocida por su papel en The Walking Dead, falleció el 2 de agosto a los 33 años tras luchar contra un glioma del sistema nervioso central. La noticia fue confirmada por su familia, que la despidió destacando su fuerza, su talento y su luz.
La enfermedad se hizo pública cuando la propia actriz compartió su diagnóstico en redes sociales, una masa en la médula espinal detectada tras meses de dolor de espalda. Luego de una biopsia, perdió movilidad en sus piernas y se sometió a un tratamiento de radiación hasta pocos meses antes de su muerte.
El glioma es un tipo de tumor cerebral que se forma a partir de células gliales, encargadas de proteger y nutrir a las neuronas. Puede desarrollarse en el cerebro o la médula espinal, y su crecimiento ejerce presión sobre el tejido sano, alterando funciones esenciales del cuerpo.
Uno de los mayores desafíos del glioma es que sus síntomas pueden confundirse con otros problemas: fuertes dolores de cabeza, vómitos, visión borrosa, pérdida de memoria, convulsiones, cambios de humor o dificultad para hablar.
El diagnóstico temprano es fundamental. Para detectarlo se requieren estudios por imágenes como resonancia magnética o tomografía computarizada. En algunos casos, una biopsia permite confirmar el tipo específico de tumor y orientar el tratamiento.
Las opciones para combatirlo incluyen cirugía, radioterapia, quimioterapia o una combinación de las tres. En el caso de Kelley Mack, optó por la terapia de radiación de protones, que apuntaba a reducir el tamaño del tumor sin dañar tejidos circundantes.
Según la Mayo Clinic, los factores de riesgo del glioma incluyen la edad (mayores de 45 años), la exposición a radiación y antecedentes familiares. Aunque se trata de una enfermedad poco común en personas jóvenes, como Kelley, puede aparecer sin previo aviso.
Más allá de su carrera artística, Kelley dejó un mensaje poderoso sobre el valor de la vida, la fe y el apoyo familiar ante la adversidad. Su lucha contra el glioma visibiliza una enfermedad silenciosa que, con conciencia y diagnóstico precoz, puede enfrentarse mejor.