El último fin de semana estuvo marcado por un acontecimiento trascendental para Juana Viale, quien viajó a Brasil para enfrentarse al Ironman 70.3 de São Paulo. La competencia, reconocida por su dureza y por convocar a deportistas de distintos países, fue el escenario donde la actriz logró uno de los mayores desafíos personales de su vida.
La preparación no fue sencilla: entre giras teatrales, compromisos televisivos y la crianza de sus hijos, Juana Viale incorporó un plan de entrenamiento riguroso que la obligó a reordenar su rutina. “En un año logré lo impensado”, relató al repasar el esfuerzo de meses en los que debió equilibrar el mundo artístico con el deportivo.
En ese proceso no faltaron los tropiezos. Una lesión en la rodilla, apenas un mes antes de la carrera, puso en riesgo su participación. A pesar del dolor y la incertidumbre, recurrió a una infiltración pocos días antes de la prueba para no quedar fuera. “Miedos, inseguridades y frustración” fueron, según su testimonio, parte de la travesía previa.
La llegada a São Paulo estuvo atravesada por la tensión de la organización. Tras viajar el viernes por compromisos laborales, se instaló con el tiempo justo para revisar su bicicleta y ajustar detalles. A la distancia, siguió ocupándose de la rutina de sus hijos, mostrando que el desafío no era solo físico, sino también emocional y logístico.
El domingo comenzó de madrugada. Con los nervios a flor de piel y la ansiedad propia del reto, se lanzó al agua con la convicción de llegar a la meta. Su pareja, el navegante Yago Lange, fue un sostén fundamental en los momentos más difíciles, brindándole contención y acompañamiento en la previa y durante la competencia.
La prueba se extendió por seis horas y treinta y nueve minutos, tiempo en el que atravesó 1,9 kilómetros de natación, 90 de ciclismo y 21 de carrera a pie. Cada tramo fue un desafío físico y mental, pero también una oportunidad de comprobar hasta dónde podía llegar con disciplina y constancia.
La meta la encontró con una sonrisa y los brazos en alto. “Fui feliz haciendo deporte, superándome a mí misma”, resumió con emoción tras cruzar la línea final, calificando la experiencia como una de las más épicas de su vida.
Las imágenes del cierre, compartidas en redes sociales, transmitieron la esencia de este logro: un camino de resiliencia, esfuerzo y pasión que Juana Viale transformó en un hito inolvidable en su historia personal.