Después de una vida entera atravesando estudios de televisión y redacciones, Laura Ubfal habla desde un lugar de experiencia absoluta. No desde el enojo pasajero ni desde la polémica fácil, sino desde la memoria larga de quien trabajó con casi todos los grandes nombres del medio. Y esta vez decidió marcar un límite.
En una charla reciente con Pronto, la periodista repasó su recorrido profesional y dejó en claro que pocas cosas la sorprenden a esta altura. “Te cuento que pasé por más de cien trabajos y por 47 conductores. La única con la que no trabajé es con Susana Giménez, pero después trabajé con todo el mundo”, explicó, antes de entrar en un terreno más espinoso.
Antes de señalar a quien no volvería a elegir, Laura Ubfal se detuvo en los vínculos que sí valora. Entre ellos, destacó especialmente a Moria Casán, a quien definió sin vueltas: “Son muchos, pero si tengo que nombrarte a una, te digo a Moria, a quien considero familia”. Una relación que, según contó, se consolidó tanto en lo laboral como en lo personal.
Ese trabajo compartido tuvo hitos concretos. “Laburamos juntas y creamos Amor y Moria”, recordó, y evocó una charla de camarín que terminó marcando época. “La gente quiere sufrir y no quiere reírse”, le dijo en ese momento. La respuesta fue inmediata y quedó para la historia: “Bueno, si querés llorar, llorá”.
Con ese contexto, la pregunta incómoda llegó sola: ¿con quién no repetiría experiencia? Laura Ubfal no esquivó el tema ni buscó medias tintas. “Con Chiche Gelblung. No me gustó, no la pasé bien”, lanzó, con una claridad que no dejó margen a interpretaciones.
Luego explicó qué fue lo que la incomodó como profesional. “Como ser humano no me molesta en absoluto pero como conductor sí. Él tiene una técnica que es llevarte la contra y no le importa la información. Si decís blanco, él te responde negro. ¡Es insufrible!”, sentenció, dejando en evidencia una forma de trabajo que nunca logró aceptar.
Para cerrar, sumó otro nombre a la lista de experiencias que no repetiría. “Tampoco con Rolando Hanglin porque a él le gusta que cada uno haga su pastillita, que nadie hable del tema del otro, ¡aburridísimo!”, concluyó, fiel a su estilo directo.
Así, Laura Ubfal volvió a dejar claro que el respeto profesional es innegociable. Con la misma convicción con la que reconoce afectos y alianzas duraderas, también se permite señalar aquellas dinámicas que, para ella, cruzan un límite imposible de pasar por alto.