El espionaje ruso vuelve a estar en el centro de la escena internacional tras la detención de un ciudadano en República Dominicana. Se trata de Dmitrii Novikov, arrestado en la localidad de Bávaro, acusado de operar una red de ciberinfluencia vinculada al Proyecto Lakhta, una estrategia global de desinformación impulsada desde Rusia. Las autoridades dominicanas incautaron pruebas que lo vinculan con propaganda digital y también con la venta ilegal de armas.
En Argentina, el caso resonó con fuerza a mediados de año. El entonces vocero y actual jefe de gabinete, Manuel Adorni, reveló una operación de inteligencia que culminó con la detención de dos ciudadanos rusos: Lev Andriashvili e Irina Iakovenko. Según el gobierno argentino, esta organización buscaba crear una red local para difundir contenidos falsos, manipular a la opinión pública e influir en organizaciones civiles con objetivos políticos.
Las actividades de este grupo estarían relacionadas con el Proyecto Lakhta, una iniciativa que comenzó en Rusia con el objetivo de influir en procesos electorales. Fue clave durante las elecciones de Estados Unidos en 2016, cuando miles de perfiles falsos inundaron las redes sociales con mensajes radicalizados. Según Facebook, más de 126 millones de estadounidenses estuvieron expuestos a esta campaña entre 2016 y 2017.
Además del caso argentino, Brasil también ha sido escenario de operaciones similares. La llamada “Operación Este” detectó al menos nueve espías rusos con identidades brasileñas falsas. Uno de los más notorios fue Sergey Cherkasov, quien utilizó el nombre “Victor Muller Ferreira”. Según las investigaciones, Brasil era usado como plataforma para crear identidades creíbles y luego desplegarlas en otros países de Occidente.
Otro caso que reveló la profundidad de estas redes fue el del matrimonio Gisch, con identidad falsa en Argentina y posterior detención en Eslovenia. En realidad eran agentes del SVR ruso, parte de un cuerpo de élite asignado a misiones internacionales. Tras admitir los cargos de espionaje, fueron repatriados y recibidos por el propio Vladimir Putin, evidenciando la importancia de su rol para el Kremlin.
Las autoridades de República Dominicana advirtieron que este tipo de organizaciones ya no son una amenaza lejana. Consideran que “La Compañía”, como se la conoce informalmente, representa un riesgo directo para la democracia y la seguridad interna. El uso de criptomonedas, redes sociales y fachada empresarial son herramientas clave para estas operaciones, que combinan inteligencia, propaganda y financiamiento ilegal.