Ucrania y Estados Unidos lograron consenso en la mayoría de los puntos de un nuevo plan de paz de 20 medidas destinado a poner fin a la guerra con Rusia, según reveló el presidente ucraniano Volodímir Zelenski en declaraciones a la prensa. La propuesta fue trasladada por emisarios de la Casa Blanca a los negociadores rusos, quienes deben responder. Sin embargo, dos asuntos críticos continúan sin resolverse: el control territorial del Donbás y la gestión de la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa.
El principal punto de fricción es el futuro de las regiones orientales de Donetsk y Lugansk, conocidas como el Donbás. Mientras Rusia exige que Ucrania ceda los territorios aún no ocupados por sus fuerzas, Kiev rechaza tajantemente esta condición. Washington propone transformar estas zonas en áreas económicas libres, mientras que Ucrania insiste en la desmilitarización del territorio y el despliegue de una fuerza internacional. Zelenski describió esta cuestión como "el punto más difícil" de la negociación y aclaró que cualquier compromiso territorial deberá ser ratificado mediante referéndum nacional.
Respecto a la central de Zaporiyia, actualmente bajo ocupación rusa, Estados Unidos propone crear un consorcio conjunto con participación equitativa de Ucrania y Rusia. Zelenski respondió con una contrapropuesta: una empresa conjunta entre Estados Unidos y Ucrania, donde Washington decidiría la asignación de su parte. El presidente ucraniano también sugirió que la ciudad de Energodar, donde se ubica la planta, sea designada como zona económica libre desmilitarizada, lo que requirió 15 horas de negociaciones con la parte estadounidense.
En cuanto a la OTAN, Zelenski aseguró que el nuevo plan no exige a Ucrania renunciar formalmente a su integración en la alianza atlántica, eliminando así una de las principales exigencias de Moscú. Si Rusia aceptara el acuerdo, este podría someterse a referéndum nacional o ser ratificado por el Parlamento ucraniano. El borrador establece que la línea de contacto quedaría congelada tras la firma, con retirada de tropas rusas de varias regiones y despliegue de fuerzas internacionales para supervisar el cumplimiento, un mecanismo considerado esencial ante los antecedentes de incumplimiento ruso en acuerdos previos como los de Minsk.