HISTORIA DE VIDA

Hizo la tarea “con lo que tenía en casa" y conmovió a todos

Luciano de 11 años vive un humilde asentamiento en Mendoza. No tenía cartulinas ni acuarelas sin embargo sorprendió a la profesora con su obra.
miércoles, 6 de mayo de 2020 · 19:06

La educación en tiempos de pandemia puso en "jaque" una cotidiana movilidad que se da en las grandes urbes, como la de "estudiar conectado", aunque transitemos el 2020, se sabe que en muchas localidades y más en los barrios humildes no todos tienen acceso al 4G. La historia de Luciano se viralizó y conmovió a todos. 

El alumno de 11 años vive en el humilde asentamiento de Agrelo, Luján de Cuyo en Mendoza. Debido al aislamiento preventivo social y obligatorio, como la gran mayoría de los chicos sigue estudiando desde su casa, en este caso sin conexión a Internet ni computadora, sin cartulinas ni acuarelas, sorprendió a la profesora con su obra.

La maestra pidió una tarea de arte “con lo que tengan en casa", la consigna la recibieron los 35 alumnos de sexto año de la Escuela General Espejo: “Los primeros días la comunicación con los padres se complicó porque no todos cuentan con datos en sus teléfonos, así que hubo que tener paciencia y ponerse creativos”, sostuvo en un medio local Claudia Arabena, la seño de artes plásticas. 

Con respecto a Luciano, la maestra manifestó que es "uno de los tantos alumnos que sigue de manera responsable cada indicación que les damos sus profesores, lo hace con esfuerzo y dedicación, se nota que él sí quiere estudiar". 

Al momento de poner manos a la obra, el niño no contaba en su vivienda ni con cartulinas de colores ni marcadores, ni temperas, en vez de darse por vencido o "enojarse" ante la realidad que le toca vivir, le pidió ayuda a su hermano menor de tan solo cuatro años y salieron al patio de su casa: arena, barro, ladrillos, ramitas sueltas, era todo lo que necesitaba para realizar su tarea de la mano de su gran creatividad. 

Con toda su imaginación dio vida a un enorme dinosaurio. Usó tierra mezclada con agua para delimitar el cuerpo del animal, unos palitos en reemplazo de las garras y los dientes. El color estuvo presente de la mano del polvo de ladrillo que sirvió para las espinas del lomo. El toque final, la firma. Con los palitos restantes escribió su sobrenombre en mayúscula: “Tano”.

“Envío cada quince días las tareas, y luego hago una devolución de cada trabajo. Cuando vi la imagen quedé impactada, es una obra que representa muy bien el arte efímero. Lo compartí con mis colegas y la sensación fue la misma", sostuvo Claudia emocionada al ver la imagen enviada por los padres del futuro gran artista. 

"Me da una satisfacción enorme saber que lo hizo aún lejos de su casa, se mudaron por la emergencia sanitaria junto a sus dos hermanos y papás a la casa de su abuela materna.Quiero rescatar el trabajo de los chicos que, a pesar del entorno, tienen ganas de seguir adelante. Eso valoriza mucho más su obra”, cerró conmovida.

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