Lázaro Báez condenado a 12 años: otro fuerte impacto político

Como un disparo en las sombras, un fulgor en la oscuridad, los destellos de la realidad argentina asoman inexorablemente, derrumbando hipótesis, fábulas, exageraciones y demás artilugios inventados para disimular en la política lo que ocurre en la profunda miseria de las conductas humanas.

Este miércoles, tal destello tuvo forma de sentencia, en una de las causas más resonantes y debatidas dentro de la política argentina y su incursión vitalicia en los tribunales judiciales: los jueces determinaron que Lázaro Báez fuera condenado a 12 años de prisión, su hijo Martín, a 9, y una lista más de implicados en lavado de dinero por hasta 55 millones de dólares, con distintas penas, en la causa llamada mediáticamente “la ruta del dinero K”, originada en dos conductas delictivas: el uso ilegal de dinero destinado a las obras públicas, y la evasión fiscal.

Los jueces, Néstor Costabel, Adriana Palliotti, y Gabriela López Iñíguez, habían postergado la sentencia por diferencias precisamente en la invocación de las causas del delito y su explicitación clara en la redacción de la sentencia. Final y sugestivamente, se decidió no mencionarlas en la lectura que se hizo este miércoles, y, por lo tanto, esta lectura no cargó las tintas sobre si hubo malversación en obra pública y evasión, las dos cosas, o una de las dos como prevalecientes.

No es un detalle menor, sobre todo si se tiene en cuenta que, si el origen de la ilegalidad de 55 millones de dólares fue el mal uso desde el Estado en la asignación y práctica de las obras públicas, la sentencia que ha castigado centralmente a Báez salpicaría directa e inevitablemente a Cristina Kirchner, quien fue la presidente del país en el período que esas obras fueron gestionadas.

La familia Báez estuvo, para la justicia, plenamente implicada en las maniobras delictivas. No sólo Lázaro y Martín fueron condenados, sino también los otros hijos: Leandro con una pena de 5 años; Luciana, y Melina, a 3 años de prisión en suspenso cada una. Ese imperio familiar que empezó con nada y llegó a tener todo, termina así, exhibiendo con crudeza una realidad de gambetas a la ley al amparo del poder político. Y, lo que era mediático y tildado obscenamente de “lawfare” (persecución política desde la justicia), al menos en esta causa, se ha evaporado, para dejar solo un residuo de simple delincuencia.