El Congreso convertido en fortaleza
El corazón político del país amaneció vallado y con más de mil uniformados desplegados. Alrededor del Congreso Nacional, desde temprano se levantaron cercos y controles para asegurar que la sesión de Diputados pueda realizarse sin sobresaltos.
Según lo dispuesto por el Gobierno, habrá 700 efectivos de la Policía Federal, 280 de Gendarmería, 90 de Prefectura y 30 de la PSA. A ellos se suman los agentes de la Policía de la Ciudad, encargados de custodiar las calles de la jurisdicción.
La postal es clara: un Congreso blindado como nunca antes, en el medio de una jornada atravesada por protestas, gritos y reclamos que dividen al país.
Una Marcha Federal que busca hacerse escuchar
Mientras los legisladores se sientan en sus bancas, afuera organizaciones estudiantiles, sindicales y políticas se preparan para una marcha multitudinaria. El objetivo es uno: rechazar los vetos presidenciales a las leyes de financiamiento educativo y de emergencia pediátrica.
También se sumará la tradicional protesta de jubilados, que cada semana marca presencia contra las políticas de ajuste. La Plaza del Congreso promete ser un escenario caliente, con columnas de manifestantes llegando desde el mediodía y un operativo que intenta contener cada movimiento.
Lo que para algunos es un ejercicio legítimo de protesta, para otros es apenas más presión callejera contra un gobierno que se muestra decidido a sostener sus decisiones.
Entre el aplauso y el rechazo
La imagen de un Congreso rodeado de vallas genera lecturas opuestas. Para un sector, el blindaje es necesario y muestra firmeza: “por fin se hace cumplir el orden y se pone límite a los que cortan calles”.
Del otro lado, la crítica apunta a una política que, en lugar de escuchar, se encierra tras un muro de policías. Muchos ven en esta foto un símbolo de distancia entre los representantes y la gente que espera respuestas.
En el medio, millones de argentinos miran con bronca e indignación cómo el poder se protege mientras la crisis golpea sus bolsillos.
Un clima que no afloja
La tensión de este martes no es un hecho aislado: es la postal de un país dividido, donde cada decisión presidencial genera festejos y rechazos con la misma intensidad. La sesión de Diputados, bajo custodia y con un operativo descomunal, promete ser recordada tanto por lo que se vote adentro como por lo que ocurra afuera.
La pregunta que queda flotando es si estas escenas serán cada vez más habituales: un Congreso vallado, policías por todos lados y un pueblo que no se siente representado, sino enfrentado.