"¡No puedo respirar!": Nuevo caso de abuso policial y muerte

El asesinato de un hombre afroamericano en Minnesota, Estados Unidos, causó una ola de indignación y multitudinarias muestras de rechazo y pedidos de justicia, luego de que se hiciera viral el video que mostraba un operativo policial, en el que  un efectivo sujetaba violentamente con su rodilla, el cuello de la víctima contra el suelo.

En la filmación, el hombre identificado como George Floyd, de unos 40 años, se queja y le dice repetidamente: "No puedo respirar". Según testigos, luego de este violento accionar, Floyd estaba "totalmente inmóvil" antes de ser puesto en una camilla y trasladado en una ambulancia. Las autoridades dijeron luego en un comunicado que  el detenido había muerto "después de un incidente médico durante una interacción policial".

Luego de conocerse el hecho, y movilizados por la consigna "Black Lives Matter" (las vidas de la comunidad negra importan) centenares de personas se congregaron en las calles de Minneapolis (entre ellas la calle donde murió el hombre) durante la noche del martes, y más tarde marcharon hasta una comisaria de la ciudad donde algunos de ellos dañaron ventanas, una patrulla e hicieron graffitis en los muros del edificio.

Incluso importantes personalidades norteamericanas, como el jugador de la NBA, Lebron James, se mostraron conmovidos ante el hecho y reclamaron justicia. 

El hecho, por las similitudes en el abuso de la fuerza policial, remite a un caso local de la provincia de Neuquén: Facundo Agüero.

El 8 de marzo del año 2018, Facundo Agüero, sufrió una golpiza policial en el hall de un edificio ubicado en calle Periodistas Neuquinos al 100, en un confuso hecho. En su momento, los oficiales aseguraron que el joven había caído de una altura de cuatro metros, desde el paredón de una cochera, en un intento de robo. 

Las imágenes dejaron en claro que esto no pasó, y que una serie de trompadas y patadas, más una una detención sobre el piso, también con la rodilla de un efectivo policial sobre su cabeza, lo dejaría, clínicamente muerto por 7 minutos, luego luchando por su vida, y hoy con vida, a diferencia de George Floyd, pero con secuelas permanentes. 

Por el brutal abuso, dos policías fueron a prisión: les dictaron siete y tres años efectivos. Hubo otro participante del hecho, al que le dieron dos años en forma condicional.

Facundo vivió un año postrado en una cama, ya que las lesiones le provocaron secuelas irreversibles. Junto a él su madre, Adelina Rivas siguió con su reclamo de justicia y consiguió además que el Gobierno de la Provincia de Neuquén le consiguiera una vivienda en la ciudad capital, para que su hijo pueda continuar su tratamiento y recuperación.