Muerte de Kayla: velocidad, violencia y mucho alcohol

Kayla hace poco más de dos meses, puntualmente el 16 de octubre cumplió sus 8 añitos. Toda una vida por delante, que la madrugada del 1 de enero de este 2023, se le quitó. Falleció a la vera de la Ruta 22 mientras el auto en el que viajaba con su madre, se consumía en llamas.

Juan Sandoval, pareja de Agustina Fernández, madre de la pequeña; era el conductor del Peugeot 206 en el que circulaba junto a ellas y a un amigo de él. Habían salido del barrio Progreso, en el oeste neuquino –lugar donde residen-, el 31 de diciembre por la mañana con destino a la ciudad de Las Grutas, lugar dónde iban a esperar la llegada del año nuevo. Allí, se encontraron con otros amigos con los que pasaron el día en la playa, “Kayla me mandaba fotos que estaba jugando en la arena”, contó aún conmovida la abuela de la niña en diálogo con la redacción de Mejor Informado.

Según el relato del amigo de Sandoval a la familia de Agustina, luego de una noche de festejo y mucho alcohol, el hombre “con actitud violenta la subió de los pelos Agustina al auto y empujo a Kayla en el interior”. Cabe destacar que la violencia desmedida venía hace mucho tiempo, puntualmente hace cuatro años, tiempo en el que llevaba como pareja Juan y Agustina. 

“Era una relación muy tóxica, él ejercía violencia hacia ella, siempre fue así. Iban y venían”, relató la mujer, y continuó: “La última pelea fue hace tres semanas. él la atacó, la golpeó, le dio una patada en el estómago y la quiso ahorcar con el cable de la planchita. Ella me llamó desesperada, fui, y cuando llegue a la casa, él se fue corriendo”. Al consultarle si su hija hizo la denuncia, afirmó que no “porque tenía miedo, siempre le tuvo miedo”.

La trágica madrugada que se llevó la vida de Kayla

La familia de la joven de 25 años, luego de enterarse del vuelco y el peor desenlace que tuvo Kayla, no paró ni un minuto en saber la verdad. Que había pasado esa noche, dentro de ese auto que culminó volcando y prendido fuego. A las pocas horas recibieron mensajes de varios testigos que aseguraban que el conductor -Juan-, transitaba por la Ruta Nacional 22 a toda velocidad, a más de 180 kilómetros por hora.

Además, un familiar contactó al hermano del otro sobreviviente que viajaba en el auto: “Allí, en una conversación de unos 20 minutos, cuenta todo lo que le dijo su hermano. En el auto, el abrazaba a mi nieta (que lloraba) mientras este tipo borracho –el conductor- seguía sacado. Todos le pedían que pare, que baje la velocidad”, dijo conmovida la abuela.

Pasada la 1:15 de la mañana, luego de pasar varios vehículos y a pocos kilómetros de llegar a Godoy, el conductor perdió el control del rodado, dio varios tumbos y culminó a varios metros de la ruta. A los cinco minutos se prendió fuego el auto. 

Los dos hombres salieron por sus propios medios. “Un padre y su hijo fueron los primeros en socorrerlos. Ellos vieron todo y fueron los que se contactaron conmigo. Me afirmaron que Juan emanaba mucho olor alcohol y que, al salir del auto, gritaba y preguntaba dónde está la nena. Cuando la encontró decía: ¡Qué no esté muerta!”.

Según fuentes judiciales, el caso está en plena investigación ya que hay varias denuncias de la familia de la víctima y de varios testigos –luego del fatal accidente-, en contra del conductor que trabaja en una empresa petrolera.

Florencia sigue luchando por su vida. Está internada en el Hospital Castro Rendón, a la espera de una operación de cadera. La joven sufrió varias fracturas, heridas importantes en su rostro y tiene perforado un pulmón.