CABALLOS SUELTOS
Iba a trabajar en moto, chocó contra un caballo y murió
La familia decidió respetar su voluntad y donar los órganos ante una muerte inevitable.
Como todos los días, Daniel Saldías subió a su moto y comenzó a transitar los caminos rurales para llegar a su trabajo. Pero el destino hizo que se encuentre con un caballo y no pudiera evitar el impacto. Quedó tendido sobre el asfalto y después de un raid por varios hospitales, anoche los médicos decretaron su muerte.
Daniel tenía 27 años y una pequeña hija, trabajaba en un carnicería en el centro de Allen, por lo que todos los días recorría casi 10 kilómetros por la calle rural 11 (paralela a la ruta 22 hacia el lado del río). Ayer, casi a las 8 de la mañana, poco antes de llegar al asentamiento de la calle Ciega, en cercanías del zoologico Bubalcó, su marcha se vio interrumpida abruptamente.
Es que un caballo se cruzó, el joven no logró esquivarlo y lo chocó. El cuerpo de Daniel quedó tendido en la calle hasta que alguien lo vio y logró dar aviso a la Policía y solicitó atención médica. A partir de allí comenzó un largo periplo que incluyó tres hospitales del Alto Valle.
En un primer momento lo atendieron en la guardia del hospital Ernesto Accame de Allen, pero su estado era gravísimo con un fuerte traumatismo de cráneo, por lo que debió ser trasladado en ambulancia a Cipolletti, donde en el Pedro Moguillansky le hicieron una tomografía para estudiar los daños en la cabeza y la actividad cerebral. Y desde allí al hospital Francisco López Lima de Roca, donde quedó internado en Terapia Intensiva, recién cerca del mediodía.
El raid por los hospitales públicos del Alto Valle duró casi toda la mañana, hasta que por fin fue internado. Poco tiempo después los médicos decretaron su muerte cerebral y la familia decidió respetar la decisión de Daniel, quien había manifestado su voluntad de donar los organos.
La situación generó bronca e impotencia entre los vecinos de la zona rural de Allen, que desde hace tiempo reclaman y se quejan por la presencia de caballos sueltos, sin que nadie se haga responsable de los animales y tampoco del control en las calles al sur de la ruta 22, muy transitadas por la actividad petrolera y los vecinos que viven en los distintos barrios y deben moverse de un lugar hacia el otro.
