José Gregorio Ruffa Saraspe, el exdocente rionegrino condenado por abusar sexualmente de 12 estudiantes en la Escuela 247 de Balsa Las Perlas, fue autorizado por la Justicia a mudarse a Tucumán mientras esperaba la revisión de su sentencia. Hoy, con la condena confirmada por la Corte Suprema, nadie sabe dónde está.
La máxima autoridad judicial del país ratificó el fallo que le impuso 13 años y 6 meses de prisión, pero cuando la Policía fue a detenerlo, Ruffa ya no estaba. Sí, el hombre condenado por abusar de chicos en el aula se evaporó del mapa.
Según fuentes judiciales, el exdocente estaba en libertad mientras el expediente llegaba a la Corte. Tenía que cumplir medidas cautelares: presentarse ante la Justicia dos veces por semana y no salir del país. Pero tres días antes de que se confirmara su condena, dejó de presentarse. Todo indica que ya tenía su fuga planeada.
Lo más increíble es que, pese a su historial, la Justicia le permitió fijar domicilio en la localidad tucumana de Alberti, a más de 100 kilómetros de la capital. Sin tobillera electrónica, sin custodia, sin prisión preventiva. Solo una orden judicial “híbrida”, que dependía de su buena voluntad para cumplirla. Y claro, no la cumplió.
Mientras la Fiscalía advertía que la medida era un error, el tribunal local rechazó los pedidos para volver a detenerlo. En julio de 2023 incluso se solicitó por última vez la prisión preventiva, pero también fue negada. Hoy, la Justicia de Río Negro emitió una orden de captura nacional y pidió colaboración a todas las fuerzas del país. Pero la Policía tucumana jamás envió informes sobre su paradero, y el rastro de Ruffa se perdió entre los cerros.
Los abusos, en plena clase
Los hechos que estremecieron a la comunidad educativa ocurrieron dentro de la Escuela 247 de Las Perlas, donde Ruffa dictaba clases. Las víctimas eran alumnos de primaria. Los abusos se repitieron en el mismo ámbito donde los chicos deberían haber estado seguros: el aula.
El fallo judicial describió una conducta sistemática, un abuso de poder y una vulneración gravísima de derechos. A pesar de la contundencia de las pruebas y de las múltiples denuncias, Ruffa logró seguir en libertad durante años, apelando cada resolución hasta llegar al máximo tribunal.
Su nombre figura ahora entre los más buscados del país, con una orden de detención activa y una justicia que, otra vez, llega tarde al crimen.