Dos hombres de Río Negro acaban de ser condenados a cuatro años de prisión efectiva por traficar y almacenar material de abuso sexual infantil (MASI) No fue un error, ni una confusión: ambos reconocieron lo que hicieron. Y la Justicia, homologó el acuerdo alcanzado entre la querella y la defensa, en un proceso de juicio abreviado que les permitió conseguir el beneficio de una pena menor, aunque de cumplimiento efectivo.
Los casos se investigaron por separado en Choele Choel y General Roca, y se originaron gracias a un alerta internacional que llegó desde los gigantes tecnológicos. Google reportó el contenido a través del National Center for Missing and Exploited Children (NCMEC), una organización internacional que colabora con el Ministerio Público Fiscal. Desde allí, la pista cayó en los despachos rionegrinos y los fiscales no tardaron en actuar.
En el primer expediente, el hombre tenía un número indeterminado de fotos y videos de menores. Todo salió a la luz en agosto de 2022, cuando las alarmas globales se encendieron y el sistema detectó las imágenes. En el segundo caso, el imputado de Roca subió a servidores de WhatsApp videos con escenas aberrantes, facilitó el acceso a otros usuarios y guardaba más de 20 archivos de abuso sexual infantil en su teléfono.
Durante los allanamientos, Gabinete de Criminalística secuestró dispositivos informáticos que fueron analizados por la Oficina de Investigación de Telecomunicaciones (OITel). Lo que encontraron fue brutal: videos con víctimas menores de 13 años, catalogados y compartidos como si fueran simples archivos de red. Los informes periciales y forenses confirmaron las alertas que lelgaron desde Estados Unidos.
Los acusados no tuvieron escapatoria. Antes de llegar a juicio y con el temor de que la pena sea mucho más importante, acordaron someterse a un proceso abreviado. A cambio de aceptar el delito por el que están acusados, lograron una condena menor, pero de cumplimiento efectivo. La sentencia fue de cuatro años de prisión efectiva. Sin demoras, sin apelaciones, sin excusas. Y sin recursos dilatorios en los tribunales de alzada. Al quedar firme en el mismo momento, comenzaron a cumplir la condena.
Detrás del tecnicismo judicial, hay una señal clara: el tráfico de material de abuso infantil no es un delito menor. Cada foto y cada video representan el sufrimiento real de un niño. Y si bien la tecnología permitió atraparlos, también evidencia el otro costado del monstruo digital que sigue creciendo en las sombras.