Carlos Borquez todavía no encuentra consuelo. Dos meses después del accidente vial en Valle Medio que terminó con la vida de su hija y de su yerno, el cipoleño asegura que la herida sigue abierta y que el paso del tiempo solo suma bronca e impotencia. Su familia quedó marcada por la tragedia: su otra hija aún se recupera de las heridas, mientras que su nieto quedó huérfano y hoy crece con el dolor de haber perdido a sus padres.
El hombre no duda en apuntar contra todos los frentes. Cuestiona al conductor de la camioneta que chocó contra el vehículo familiar, critica la lenta respuesta de la policía caminera y los tiempos de llegada de las ambulancias, y denuncia la desaparición de pertenencias de la camioneta siniestrada, que habrían sido sustraídas después del impacto.
“Estamos tratando de sobrellevar la situación, pero la rabia, el dolor y la angustia nos dominan”, expresó con crudeza. Mientras los procesos judiciales penales y civiles avanzan a paso lento, la familia siente que la justicia queda demasiado lejos.
El accidente que lo cambió todo
La tragedia ocurrió el 11 de julio en Valle Medio, sobre la Ruta Nacional 250 a la altura de Colonia Josefa, a unos 30 kilómetros de Pomona. Una camioneta Toyota, conducida por un hombre de General Conesa, impactó contra la Jeep en la que viajaba la familia cipoleña rumbo a Viedma.
El choque fue brutal: el conductor de la Jeep murió en el acto y otro de los ocupantes falleció camino al hospital de Lamarque. El único sobreviviente del vehículo, la otra hija de Borquez, sufrió heridas de consideración. El conductor de la Toyota resultó con lesiones.