El caso sacudió a todos en junio y esta semana tuvo definición en los tribunales. Un joven de 24 años reconoció que, arriba de una moto y acompañado por un menor, disparó varias veces contra otro hombre, hiriéndolo en el ojo y en el codo. La Justicia lo condenó a tres años de prisión condicional y le ordenó cumplir estrictas medidas de control.
La condena se logró con el aval de la víctima, que aceptó el acuerdo. El imputado admitió su responsabilidad y renunció a seguir con el juicio. A cambio, no irá a la cárcel, pero deberá usar tobillera electrónica, no acercarse a la víctima ni a su familia, no consumir alcohol, no mudarse sin avisar y, sobre todo, no portar nunca más un arma de fuego.
El ataque ocurrió el 27 de junio, cerca de las nueve de la noche. El acusado circulaba en moto con un menor de edad y disparó al menos cinco veces con la intención de herir a la víctima. Los impactos terminaron en la cara y en el brazo del hombre baleado, que sobrevivió de milagro.
La fiscalía sostuvo que la pena es proporcional y que las pruebas, pericias, testimonios, intervención de la Oficina de Atención a la Víctima, confirmaron cómo fue el ataque. La defensa pública también avaló el acuerdo y destacó que el acusado entendía perfectamente las condiciones que aceptaba.
El juez homologó la condena y fue claro: si el joven rompe alguna de las reglas, la pena pasará a ser de prisión efectiva. Una advertencia que dejó flotando la sensación de que el límite es fino, y que un paso en falso puede mandarlo directo a la cárcel.