Un nuevo hecho de vandalismo volvió a golpear a la Capilla Santa Teresita del Niño Jesús, ubicada en la cima de la barda, cerquita del Indio Comahue, en Villa Regina. Desconocidos forzaron la puerta principal y se llevaron un reflector del interior del templo, declarado Monumento Histórico. Se trata del tercer ataque contra uno de los íconos culturales y religiosos más importantes de la ciudad.
El robo, que a simple vista puede parecer menor, reavivó la indignación de los vecinos y del propio municipio. No se trata solo de daños materiales: cada ataque obliga a destinar fondos que deberían ir a la mejora de espacios públicos, y que en cambio terminan en reparaciones de emergencia por la violencia de unos pocos.
La Capilla Santa Teresita no es cualquier edificio. Fue levantada en 1933 por los primeros colonos y resguarda buena parte de la identidad reginense. Su historia también está marcada por ataques brutales: en 2006 un grupo de vándalos incendió cubiertas en el interior, destruyó un mosaico con la imagen de la Virgen y hasta ataron una cadena a la cruz de madera y con un vehículo la derribaron. Más cerca en el tiempo, en mayo de 2023, ladrones se llevaron los cables eléctricos y dejaron el templo sin luz, con el riesgo que eso significó para quienes lo visitaban.
El municipio repudió el nuevo hecho y pidió la colaboración de la comunidad. “Si alguien ve movimientos sospechosos, que avise de inmediato”, insistieron desde la comuna, porque la prevención depende también de los ojos de los vecinos.
Cada ataque a la capilla no solo implica pérdidas materiales: es un golpe al patrimonio cultural y a la fe de toda una ciudad que, otra vez, debe salir a reparar lo que la delincuencia destruye en segundos.