Alejandro “Meme” Vega, de 43 años, no saldrá de la cárcel. La Justicia volvió a negarle la prisión domiciliaria y confirmó que seguirá detenido como partícipe necesario del espeluznante doble crimen ocurrido en el barrio San Lorenzo de Cipolletti. Según la acusación, le dio refugio y apoyo al homicida Kevin Chávez, quien apuñaló a una de las víctimas y luego incendió la vivienda para borrar las huellas del ataque. Dos hombres murieron en ese infierno de fuego y violencia: Juan Aníbal Seferino Cuerda y Pablo Franco Davies, quien estaba durmiendo y quedó atrapado.
La jueza fue categórica: no hay razones médicas ni procesales para suavizar la medida cautelar. Vega había pedido cumplir la prisión en su casa, pero el tribunal entendió que eso sería un riesgo enorme. Los testigos están en situación de vulnerabilidad y necesitan protección. Además, nunca se presentó un certificado médico que justifique el traslado. La conclusión fue clara: Vega debe seguir preso.
El crimen y el incendio
El 17 de noviembre, Chávez llegó a la vivienda de la calle Río Gallegos 174, ocupada por varias personas en situación de calle para pasar las noches. Allí atacó con un cuchillo a Davies, a quien apuñaló once veces. Después, prendió fuego la casa. Las llamas arrasaron todo y también se llevaron la vida de Cuerda. La escena fue devastadora: un lugar precario, sin luz ni gas, donde se alojaban personas con problemas de consumo.
Los fiscales sostienen que Vega fue clave. Le dio techo a Chávez, lo cobijó antes y después del crimen, y le prestó el auto para moverse. Esa relación cercana lo incrimina directamente. Fue un colaborador. Por eso la Justicia lo considera partícipe necesario del doble homicidio.
Los vecinos no callaron. Contaron que en esa casa eran frecuentes los gritos, las peleas y los conflictos por drogas. Un testigo relató que días antes hubo una discusión por estupefacientes. Otro aseguró que Chávez intentó robar una bicicleta y que Cuerda salió en defensa del dueño. La pelea terminó con una amenaza brutal: "Voy a volver y les voy a quemar todo". Esa frase, que parecía un arrebato, se convirtió en una profecía cumplida.
Una trama de marginalidad y violencia
El doble crimen del San Lorenzo expuso la crudeza de la marginalidad: hombres vulnerables, adicciones, alojamientos precarios y un desenlace sangriento. Los investigadores creen que Vega tenía conflictos con quienes vivían allí y que buscaba adueñarse de la propiedad. Esa tensión, sumada a la violencia de Chávez, derivó en una masacre. Una pareja de jóvenes fueron sorprendidos por las llamas y pese a su estado de poca lucidés por la cantidad de drogas consumidas, alcanzaron a salvar sus vidas.