Las cifras son escalofriantes, 66 muertos en las rutas de Río Negro hasta noviembre de 2025. El informe oficial, confeccionado por personal de Tránsito de la Policía provincial, desnuda una realidad que golpea sin pausa. Las rutas nacionales, con la 22 y la 151 a la cabeza, siguen siendo trampas mortales donde la imprudencia, el mal estado del pavimento y las condiciones climáticas adversas se combinan para dejar un saldo de dolor.
En total, se registraron 388 siniestros viales en lo que va del año: 296 personas sufrieron heridas graves y 211 lesiones leves. El promedio es brutal, seis muertos por mes, Marzo fue el mes más negro, con nueve víctimas fatales.
El impacto no se mide solo en vidas humanas. Los accidentes arrastran costos materiales, administrativos y de salud, pérdida de productividad, tratamientos prolongados, rehabilitaciones y el sufrimiento físico y psicológico de las víctimas y sus familias. Cada choque implica una comunidad devastada.
En el marco del Día de la Seguridad Vial, la Agencia Nacional de Seguridad Vial recordó que en 2024 hubo 4.027 víctimas fatales en todo el país, manteniendo una tendencia decreciente desde 2018. Sin embargo, en Río Negro la foto es distinta: el año pasado cerró con 71 muertos y las rutas más peligrosas siguen siendo las mismas.
La pregunta que queda flotando es incómoda: ¿cuántas vidas más deberán perderse para que las rutas nacionales de Río Negro dejen de ser cementerios al aire libre?