El fondo de nuestros lagos guarda los sedimentos y registros de todo lo que ha pasado en la región desde hace miles de años. La información está allí. Cada uno de los eventos naturales dejó su huella en el propio espejo de agua o a través de sus ríos. Allí fueron los investigadores de la Universidad Nacional de Comahue y del Conicet para analizar el “lagomoto” de 1960 en Bariloche y advertir sobre posibles eventos similares en las costas del Nahuel Huapi, el Lácar, el Huechulafquen y otros lagos regionales.
El vulcanólogo Gustavo Villarosa recordó por AM 550 y 24/7 Noticias que la “energía sísmica que se transmite por la tierra en forma concéntrica” significó que el lago Nahuel Huapi también reaccionara al terremoto registrado en cercanías de Valdivia (Chile) y provocara la destrucción del Puerto San Carlos, varias embarcaciones y la muerte de dos personas. No obstante, contrario a lo que se suponía que la destrucción había sido por la intensidad y altura de las olas, se observó que además del movimiento del agua en superficie, ocurrió un desplazamiento del fondo del lago que prácticamente dejó sin base los pilares del muelle para sucumbir con toda su estructura en el fondo del lago.
En diálogo en el programa “Viaje al puerto de la noche”, el especialista –centrado en la historia ambiental de los lagos - agregó que “cuando uno habla de tsunamis cree que viene una ola inmensa y arrasa con todo y en realidad en ese momento las olas no fueron tan altas, alcanzaron unos dos metros y medio”. Ante la consulta sobre si se repetiría ese tsunami o lagomoto en alguno de los lagos de la región, el científico fue categórico: “son fenómenos que tienen alguna frecuencia, pero que con esa intensidad el de Bariloche fue algo extraordinario, que podría volver a repetirse, pero no es lo más frecuente”.
Los lagos patagónicos, todos de origen glaciar, con grandes profundidades y pendientes muy altas en los laterales del fondo “tienen características especiales que al estudiarlos nos llevaron a la probabilidad de que estos fenómenos existieran no sólo en el Nahuel Huapi sino en otros lagos de la región como el Lácar o el Huechulafquen y que fueran más frecuentes que lo que teníamos registrados”, sostuvo Villarosa.
A partir de allí, con investigadores también del Instituto Argentino Oceanográfico y del exterior, comenzaron a investigar estos deslizamientos subacuáticos que provocan los tsunamis y determinaron que “hay una gran cantidad de deslizamientos subacuáticos no sólo en el Nahuel Huapi, sino también en todos los lagos de la Patagonia donde los hemos buscado”.