Virus y humanos

Por qué no hay una guerra contra el Coronavirus

Hay poco de justo y de científico en las metáforas bélicas con el coronavirus.
martes, 7 de abril de 2020 · 21:35

En estos días de pandemia declarada por el coronavirus o Covid 19, se ha escuchado a médicos y científicos, en Argentina y otros países, comparando lo que sucede en el mundo con una guerra. Los humanos contra el virus. Esa comparación bélica, no le hace honor al espanto de las guerras. No es afortunada, ni siquiera justa. Mucho menos, científica.

Hasta hoy, 7 de abril de 2020, habían muerto por causas acreditadas al virus, 81.865 personas en el mundo. El país con más cantidad de muertos seguía siendo Italia, con 17.127 personas fallecidas como consecuencia de haberse contagiado el coronavirus.

Esto es lo que las estadísticas muestran. No son buenas las estadísticas para describir situaciones. Sirven tan solo para cuantificar.

Poco hablan estas estadísticas del horror de los viejos italianos muriendo solos, abandonados a su suerte. Poco dicen de la tempestad escalofriante que se vive en las unidades de atención, ante la impotencia y el dolor de los que parten.

No ilustran para nada, esos números, acerca del drama de las calles ecuatorianas con muertos tirados o abandonados, una postal de la peste más cercana a los miedos de la Edad Media que a este Siglo XXI, tan virtual y tecnológico.

Pero comparar con una guerra… Con las guerras, en general… no está bien. No es justo.

En septiembre de 1945, las fuerzas aliadas decidieron usar la bomba atómica. Estados Unidos se encargó del trámite. Descargó una, a la que llamaron Little Boy (pequeño muchacho) sobre la ciudad japonesa Hiroshima. La otra, bautizada como Fat Man (Hombre gordo), fue arrojada en el cielo de Nagasaki.

En solo segundos, murieron por el estallido 210.000 personas. Miles más fueron muriendo después, por efecto de la radiación.

Ese espanto terminó definitivamente con la Segunda Guerra Mundial. Se rindió Japón, que se había unido a la Alemania de Hitler. Otro mundo surgió del horror, con banderas de esperanza manchadas por la sangre, el sufrimiento, la injusticia, y la ominosa advertencia de que no hubo ni habrá un ser sobre el planeta más destructivo que el ser humano.

No hay en el planeta un ser más destructivo que el ser humano. Nosotros.

Por eso es que no conviene calificar como una guerra esta confrontación de la ciencia contra un virus, un mutante más de tantos que habrá que enfrentar en el futuro.

Esto no es una guerra, es solo la naturaleza haciendo su trabajo.

No habrá ganadores, no habrá vencidos. Solo quedará la empeñosa persistencia para vivir de nosotros, los seres humanos.

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