EDUCACIÓN EN CUARENTENA

Van a la loma para no caerse del sistema

Erica en Hualcupén, Axel en Rancul, miles de ejemplos en la Patagonia y el país de quienes se aferran como pueden al estudio y la vida digital.
domingo, 21 de junio de 2020 · 10:04

Como ordeñar a las seis de la mañana o arreglar un alambre en medio de la lluvia o buscar un animal perdido en plena nevada o palpar una vaca para saber si está preñada. Como algo más que se hace porque hay que hacerlo. Así se busca el mejor lugar en el campo para no quedar aislado del mundo y mucho más ahora en que la era digital es un ventilador que deja estrolada a la gente por los cuatro rincones.

Arriba del molino, en la loma o en el techo, ahí está el enchufe que conecta al mundo y en estos días a la maestra, al profe, a los “deberes”. Sin buscar un aplauso ni una medalla, Erica y sus hijas en Hualcupen, Axel y su hermano en Rancul y miles en todo el país se defienden como pueden de cada volantazo que pega el virus porque les puede marcar una segunda discriminación y dejarles otra vez en la banquina.  

Erica Sandoval se ríe por AM 550 cuando habla del amor que tiene por los caballos, de estudiar Profesorado de Geografía para conocer el mundo, de “la salida” que es a la mañana, al mediodía o a la tarde montar a la picasa para ir con el perro Indio a la loma y conectarse a internet. La pandemia golpeó muy duro a Loncopué (el pueblo cercano y donde habita regularmente en la semana Erica con sus dos hijas). Y devolvió a las familias de campo a los puestos y estancias para hacer la cuarentena.

El aislamiento hizo que Erica buscara la forma de que sus hijas y ella no quedaran al margen del sistema educativo, conectándose para recibir y enviar las tareas. Y además, también para conectarse con el mundo, con el resto de la población, con los contactos de Face para desafiar a los Fuentes o a los Sandoval a publicar diez fotos en distintos caballos.

Conectarse para no dejar de ser vecino/vecina, alumno/alumna, habitante de un momento donde la falta de internet es como desconectar un respirador.

Axel Andrada Altamirano, apoya su netboock y su cuaderno en el alambrado, mientras el celular empieza a recibir los mensajes y las tareas de su primer año en la Escuela Agropecuaria de Rancul, La Pampa. Un metro y medio más allá, su hermano Alexander que hace lo propio con su carrera de Veterinaria en la Universidad Nacional de La Pampa. También la pandemia los volvió a la casa de la familia (unos cuatro kilómetros de ese alambrado) y no dejan pasar la oportunidad para ayudar con las tareas de siempre pero no perder el tren del sistema educativo.

El propio Instituto Agrotécnico de Rancul, publicó en su página de Face que “desde el inicio de la cuarenten ha hecho mucho calor, también mucho frío y ha soplado bastante fuerte el viento. Desde que las clases presenciales se suspendieron, Axel nunca dejó de trabajar, de estudiar y jamás dejó de cumplir con sus deberes”

Historias de una tarde de sábado con lluvia en Rancul y en Hualcupén.

Y esa bendita agua era  la otra señal.

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